Con la excusa de hacer más eficiente el manejo de la tarjeta de turista, la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) quiere eliminar la tasa de US$10 que paga el turista y crear un nuevo impuesto de US$30 a pagar por todos los que salen del país. La tarjeta de turista es un documento migratorio creado por una ley de 1959, y la Ley 158-01 manda a que los recursos recaudados por ella se destinen a la promoción turística. Ya existe un impuesto de salida de US$20 por la Ley 2-04. Pero el nuevo proyecto no aborda con precisión esta realidad.
Para justificarse, en una sorprendente declaración, la DGII confiesa su incapacidad diciendo que la tarjeta de turismo “ha presentado inconvenientes en cuanto a su control, administración y fluidez de obtención”. La solución es a la dominicana: una nueva ley para resolver la situación pasando el cobro a las líneas aéreas y de paso un nuevo impuesto de US$30.
Lo de la ineficiencia no lo entiendo, porque si algo debemos admirar y respetar son los profundos cambios realizados para modernizar y hacer más eficiente a la DGII en la administración y cobro de los impuestos en los últimos 20 años. Por esto la excusa es poco creíble.
La tarjeta de turismo no es un impuesto, es el documento que ampara y autoriza la presencia de un extranjero en calidad de turista procedente de un país cuyos ciudadanos están autorizados a ingresar con esa modalidad.
Existen tres modos para el ingreso de extranjeros. La tarjeta de turista, que es válida para ciudadanos de 145 países; la visa, que es obligatoria para 103 países, pero con la salvedad de que los ciudadanos de estas naciones que tengan visa de los Estados Unidos o de la Comunidad Europea, pueden ingresar con tarjeta de turista. La tercera modalidad es un privilegio para los ciudadanos de Argentina, Chile, Corea del Sur, Ecuador, Israel, Japón, Perú y Uruguay, quienes están liberados de visa y tarjeta de turista.
Adicionalmente, la DGII sugiere que estén exentos del nuevo impuesto los diplomáticos acreditados, los extranjeros protegidos por tratados internacionales, los dominicanos con pasaporte diplomático, los tripulantes de aviones de países con los que existan tratados de reciprocidad y los pasajeros en tránsito.
En resumen, la DGII sugiere que para resolver su “ineficiencia” para manejar la tarjeta de turista se cree un nuevo impuesto de salida de US$30, y que las líneas aéreas actúen como agentes de retención y administren la diversidad de opciones aquí señaladas.
Creo que el verdadero objetivo es convertir la tarjeta de turista en un impuesto, a pesar de que ya el 40% del precio de los boletos aéreos corresponde a tasas e impuestos.
