Obispos exponen su posición contra la corrupción durante años

Con motivo de celebrarse mañana del Día Internacional Contra la Corrupción, la Conferencia del Episcopado Dominicano envió este martes un comunicado donde hace referencia a  los mensajes que ha emitido en varias ocasiones contra ese flagelo que&#8230

Con motivo de celebrarse mañana del Día Internacional Contra la Corrupción, la Conferencia del Episcopado Dominicano envió este martes un comunicado donde hace referencia a  los mensajes que ha emitido en varias ocasiones contra ese flagelo que afecta a la nación.

El documento recoge sus planteamientos en torno al tema en diciembre de 1975, el 27 de febrero de 1995 y del 27 de febrero de este año. También un texto de la Bula del Papa Francisco titulado  “Misericordiae vultus” (El rostro de la misericordia), en el que alude al tema e invita a la conversión.

En el 1975, los obispos consideraron que la corrupción iba llegando a adquirir niveles indecibles y que estaba obteniendo impunidad y descaro público.

“No es algo que se trama a la sombra, se consigue ocultamente y se disfruta con disimulo al revés, se trama a gritos, se consigue a la luz pública y se disfruta con ostentación y provocación, sobre todo de los que nada o muy poco tienen, o puede tener, en este país, tierra de todos”, sostuvo.

En ese tiempo consideraron que en la administración pública  la corrupción era más execrable, “ya que el empleado del Estado es un servidor del pueblo y administrador de bienes comunes, cuya obligación primordial es servir administrando o administrar sirviendo”.

“Él está ahí en nombre de los propietarios –los ciudadanos todos de la nación- no para apropiárselos, ni para malversarlos, ni para dilapidarlos o arriesgarlos, ni para beneficiar políticas partidistas, sino para defenderlos, custodiarlos y distribuirlos conforme a sus fines para el bien común, con honestidad e integridad”,  manifestó la entidad.

Mientras que en el febrero del 1995, la Conferencia del Episcopado  consideró que el mal de la corrupción se había enquistado ya en el alma nacional, “es inaplazable ya una legislación severísima sobre la corrupción en todas sus modificaciones y un castigo riguroso y ejemplar a cuantos mancillen o pisoteen esa ley”

Manifestó que el mejor remedio para la corrupción es la conversión, sincera y profunda, a Dios.

En tanto que en su comunicado de febrero de ese año, los obispos criticaron la corrupción que existe durante las campañas políticas, donde señala que los políticos invierten sumas millonarias en las campañas electorales con el fin de alcanzar puestos públicos donde se manejen fondos del Estado para luego multiplicar su inversión económica.

Indicaron en su documento que las grandes empresas y negocios apoyaban las campañas de los partidos y candidatos que tenían posibilidades de subir a los puestos públicos, con el propósito de que éstos a su vez les concedieran privilegios tributarios y les favorecieran con la elaboración de leyes que resulten ventajosas para sus empresas y negocios.

“El mejor remedio para la corrupción es la conversión, sincera y profunda, a Dios. Pero, dado que este remedio es interno y personal y que, por otro lado, el mal de la corrupción se ha enquistado ya en el alma nacional, es inaplazable ya una legislación severísima sobre la corrupción en todas sus modificaciones y un castigo riguroso y ejemplar a cuantos mancillen o pisoteen esa ley”.

Los obispos consideraron que  el Estado se estaba convirtiendo en fuente de inequidad a través de la corrupción, que se utiliza no sólo para el enriquecimiento personal, sino como una plataforma de financiamiento de la actividad política.

“De no castigarse ejemplarmente los casos de corrupción en el Estado, no se podrá esperar de la mayoría de la población un uso honesto de los bienes públicos ni una actitud de colaboración en beneficio de la convivencia ciudadana”, manifestaron.

Plantearon que se estaban haciendo grandes esfuerzos por adecentar el aspecto institucional del poder judicial, pero manifestó que todavía hay mucha impunidad cuando se tratan casos en los que están envueltos políticos, militares, narcotraficantes y gente de dinero.

En tanto que el papa Francisco comparó a la corrupción «con una llaga putrefacta de la sociedad, es un grave pecado que grita hacia el cielo pues mina desde sus fundamentos la vida personal y social».

“La corrupción impide mirar el futuro con esperanza porque con su prepotencia y avidez destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres. Es un mal que se anida en gestos cotidianos para expandirse luego en escándalos públicos”, dijo el Papa, a través de una Bula.

Agregó que “la corrupción es una obstinación en el pecado, que pretende sustituir a Dios con la ilusión del dinero como forma de poder. Es una obra de las tinieblas, sostenida por la sospecha y la intriga”.

 

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