¿Por qué? Es una pregunta muy recurrente entre nosotros. Cualesquiera que sea el saber que se practique, ya sea vulgar, científico o filosófico, siempre conlleva un ¿por qué? sea espontáneo, sin esfuerzo y sin intencionalidad, que se adquiere y se domina a través del esfuerzo y la intencionalidad o sencillamente un saber sin respuesta.
La artista Melissa Roedan, se plantea un saber que fuera de ser vulgar es más que todo científico, pero sobre todo filosófico, logrando afianzar su pensamiento por medio de fundamentos que se legitiman por medio de elementos que no resultan ajenos a nuestra realidad y se materializa en postulados que cobran vida en la experimentación y, en su conjunto, expresan “una crítica universal, radical y sin fronteras” a los problemas que nos aquejan. De ahí que la artista se cuestione “¿por qué los niños tienen que renunciar a la educación y ser obligados a trabajar o prostituirse?¿por qué en lugar de defender la naturaleza y los animales, los contaminamos cada día más?” siguiéndole a esto una serie de ¿por qués?…
Aunque creemos no tener respuestas a las situaciones que se presentan cada día, sí las tenemos, pero sencillamente resulta más fácil obviarlas, pues de otro modo nos veríamos más afectados que si optamos por ignorar dichas respuestas. Evidentemente, hay una realidad que permanece vigente queramos o no. Sin embargo, no es menos cierto que como existe esa realidad, también existen los juegos de intereses que han existido desde el origen mismo de la humanidad. Entonces, se cuestiona lo que es bueno y es malo, lo que es malo o bueno y, claro, como en el arte, se trata más que todo de una cuestión de perspectiva. Para mí puede ser malo que los niños renuncien a la educación para ser obligados a trabajar y prostituirse, pero para el que se beneficia de esas acciones es bueno,… De manera que el tormento e inconformismo es apropiado en un modo de representación vibrante, dramático, pero sobre todo actual en las piezas de Melissa Roedan, las cuales pueden apreciar en la Galería de Arte San Ramón en la Ave. Lincoln.
