La tarde del martes recibimos la invitación para asistir a la presentación de las obras del artista visual dominicano José Cestero. Lo primero que nos llamó la atención fue una nota que rezaba: “una importante colección privada en la que el maestro deja la huella de su pasión por la ciudad colonial”. Luego, con una expresiva letra azul decía: “…a cien metros de Casa de Teatro”.
En nosotros surgía la duda, pues todo indicaba, por el resto de la información en la tarjeta, que la muestra del artista tendría como escenario la Sala Paul Giudicelli de Casa de Teatro, claro que al voltear la sencilla, pero muy elegante invitación nos sorprendió ver que esas letras azules sugestivamente nos dirigían a una imagen ensoñadora y lo suficientemente expresiva para confirmar que se trataba de “La Casa del Tostado”, emblemática construcción del siglo XVI que alberga una vasta colección que bien representa la esencia de nuestras tradiciones y que en algún momento quedara perpetuada en el lienzo por el trazo de uno de los más excelsos creadores del arte nacional. Y es que la Casa del Tostado ciertamente está “… a cien metros de Casa de Teatro”.
Más tarde, cuando asistimos a la inauguración de la muestra, acompañados por la especial y admirada Eridania Mir, nos sorprende aún más que al iniciar el evento nos corresponde sentarnos casualmente al lado del artista, quien a seguidas pasó a formar parte de la mesa de honor con esa humildad y sencillez que tanto le caracteriza.
El Curador y Crítico de arte Abil Peralta Agüero fue el responsable de esta memorable presentación de las obras de José Cestero y la verdad es que hay que reconocer que Peralta Agüero se ha dado a la tarea de cambiar un poco la historia del arte dominicano, afianzando con su discurso los elementos trascendentales de nuestro devenir artístico y rescatando la memoria histórica, lo que posibilita que de la crítica pasemos a la investigación que tanta falta nos hace.
