TACLOBAN. Las operaciones de rescate y alivio en la ciudad filipina de Tacloban, devastada por un tifón, se aceleraron ayer.
Pero la bajísima cantidad de agua, alimento y suministros médicos que están llegando a las áreas de más difícil acceso está haciendo que los sobrevivientes, desesperados, quieran tomar medidas por mano propia, incluso saqueando.
Ocho personas murieron aplastadas cuando miles de damnificados por el tifón entraron a la fuerza en una bodega de arroz del Gobierno en el centro de Filipinas, informaron autoridades. Se trató de los primeros decesos reportados como resultado del saqueo.
Rex Estopérez, portavoz de la autoridad alimentaria del país, dijo que la policía y los soldados quedaron indefensos cuando ocurrió el saqueo en la municipalidad de Alangalang, en Leyte, la más castigada por la tormenta.