OEA, RD y Haití con su gobierno mentiroso

Aunque disfruto más asumir temas más cerca de la cultura criolla y de las estructuras de la dominicanidad, en todas sus vertientes, no tengo espacios de tranquilidad emocional frente a lo que sacude a nuestro país, como consecuencia del perverso…

Aunque disfruto más asumir temas más cerca de la cultura criolla y de las estructuras de la dominicanidad, en todas sus vertientes, no tengo espacios de tranquilidad emocional frente a lo que sacude a nuestro país, como consecuencia del perverso propósito de la élite haitiana gobernante, contra el plan de Regularización de Migrantes.

La Organización de Estados Americanos (OEA), desacreditado organismo regional y continental, recibe la “denuncia” irresponsable y cargada de falsedades del canciller haitiano, Lener Renauld, como parte de ese malvado plan.

Reacciona con inusual presteza y envía una misión a Santo Domingo y Haití para que “a través de un informe, el Secretario General pueda construir una visión de diálogo entre los dos países”. El organismo internacional del que Dominicana, junto al vecino del oeste son miembros fundadores desde 1948, actuó en consecuencia frente a lo planteado por un país miembro.

No nos hagamos ilusiones en cuanto a los “resultados” de esta misión, aunque compruebe que no existe el ambiente descrito, de manera irresponsable, por el ministro haitiano. Si es para dialogar, ya los gobiernos lo han hecho por iniciativa propia, teniendo sus frutos a pesar de la actitud de mala fe de la contrapartida que representa a la nación de Toussaint Louverture.

Caben las preguntas: ¿cómo dialogar con un gobierno mentiroso, fabulador, que atenta contra la estabilidad nacional, como estrategia para desviar la atención de sus ciudadanos a su incapacidad e ilegitimidad? ¿De qué manera, si con sus acciones contribuye al hambre, privando a su propio pueblo empobrecido, de los productos dominicanos que consume? El Plan de Regularización es un derecho criollo de ordenar la inmigración, dentro del marco jurídico del Derecho Internacional y ha sido precisamente Haití el responsable de que sus ciudadanos no puedan tener documentos de origen. Dieciocho meses fueron tiempo suficiente para acogerse a él los que calificaran, al ordenamiento de los ciudadanos residentes, no dominicanos. Ahora solo queda aplicar la segunda fase.

Figuras, que de alguna manera hicieron causa común con los intereses haitianos, hoy buscan explicaciones y salidas. Hicieron mucho daño y la población los señala. Aquí cabe la frase del artífice de la nacionalidad dominicana, Juan Pablo Duarte: “mientras no se castigue a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán siempre víctimas de sus maquinaciones”.

Las presiones sobre el gobierno de Danilo Medina van a continuar, con el objetivo de que Dominicana sea el amortiguador que reciba esa masa humana, que por el proceso de explotación brutal, el hambre, la ausencia de futuro, la inexistencia de salud pública, las precariedades de la educación y más que nada la corrupción de políticos inescrupulosos e irresponsables, procuran subsistir. El Gobierno precisa de mucho respaldo activo de sus ciudadanos. l

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