Optimismo y realidad

El optimismo transmitido al país por el ministro Administrativo de la Presidencia José Ramón Peralta, es un aliciente.

El optimismo transmitido al país por el ministro Administrativo de la Presidencia José Ramón Peralta, es un aliciente. Nutre la esperanza, estimula un ambiente positivo, que en estos tiempos viene a bien.

“Pueden estar seguros de que este es un gobierno que tiene aún muchas realizaciones por delante y muchas buenas noticias que contar”. Si ciertamente cae en el ámbito de su misión tratar de generar confianza, se podría aventurar que necesariamente el 2014 tiene que ser mejor que el 2013.

Ese año fue la continuación del recibimiento del gobierno, con muchas cuentas pendientes. El período agosto-diciembre de 2012 sirvió para desbrozar el terreno. Y la primera conclusión era la inevitabilidad de una reforma fiscal, que cobró vigencia desde enero de este año.

Pero la reforma no rindió los frutos en los términos esperados. Algunos de sus presupuestos debieron ser moderados por el impacto social en un momento sensible. El mundo global no estaba presto para galletitas y nadie podía asegurar que República Dominicana sería la excepción. El Presidente Danilo Medina actuó con mucha cautela.

El gobierno solventó este año lo mejor que pudo, gracias a los ingresos extraordinarios aportados por las negociaciones con Barrick Gold, los recursos provenientes de la ley de Amnistía y  la aplicación de la política de austeridad. El déficit fiscal pudo ser atenuado consistentemente.

Y durante el año, no se desató lo que muchos temían. Un escalamiento de precios a consecuencia de la reforma fiscal, que transcurrió sin traumas. Al final, el gobierno se conformó alegremente con un crecimiento moderado que bordea el 3%, con un nivel de inflación de alrededor de 4.74%.

Con razón, el ministro Peralta augura un 2014 positivo. Tiene que ser mejor. Ya la pista se calentó con los grandes desembolsos de este mes y no hay por qué dudar de que en enero la economía se comporte en los términos esperados.

Pero ese entusiasmo no puede ser excesivo. Los imponderables siempre están presentes. La advertencia es válida para el gobierno, pero también para la gente y sus pequeñas economías. Pero definitivamente, podemos apostar a un 2014 mejor.

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