Otra “metida de pata” del candidato opositor

Hace poco, la dirección del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) descubrió y denunció ante la opinión pública nacional un plan macabro de su adversario político, el Partido Revolucionario Moderno (PRM).Esta maniobra, afortunadamente…

Hace poco, la dirección del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) descubrió y denunció ante la opinión pública nacional un plan macabro de su adversario político, el Partido Revolucionario Moderno (PRM).

Esta maniobra, afortunadamente alertada a tiempo, habría sido orquestada como parte de las estrategias de campaña del candidato opositor, Luis Abinader, quien acaba de cometer otro de sus múltiples errores básicos en todo este proceso de campaña.

Pero veamos primero qué es una campaña negativa, para que entendamos en su más justa dimensión este intento fallido de dañar la honra del partido de gobierno, y consecuentemente del presidente-candidato, Danilo Medina.
Contrario a lo que se suele interpretar, la campaña sucia difiere de la campaña negativa, porque persiguen objetivos diferentes. Sin embargo, en el marco de los propósitos generales de estas herramientas propagandísticas, ambas persiguen desacreditar al oponente para ganar adeptos a un proyecto político-presidencial.

Pero a diferencia de la campaña negativa, que definida en su forma más simple se basa en resaltar los errores del adversario para capitalizarlo ante el electorado, la campaña sucia se fundamenta en la mentira prefabricada y en la difamación implacable del partido o candidato contrario.

La campaña sucia ataca al contendiente, pero su interés supremo no es subrayar sus errores, sino crearlos sin ningún tipo de sustentación. La campaña sucia distorsiona la realidad, inventa, atribuye cosas que no son reales. Y lo hace plenamente consciente de que su único objetivo es dañar al otro, sin importar cuál sea el medio o mecanismo utilizado.

La campaña sucia es muy propia de aquellos políticos capaces de franquear las fronteras de la ética, la dignidad y del decoro, porque su mirada está fija en destruir la moral ajena sin medir consecuencias.

A diferencia de la campaña negativa, que se puede nutrir de verdades para ilustrar o prevenir al público sobre cuestiones elementales y de interés nacional, la campaña sucia es dañina y ponzoñosa.

Vistas las definiciones conceptuales entre una y la otra, la pregunta obligada en el escenario político-electoral que nos asiste, es: ¿Vale la pena depositar confianza en un candidato presidencial incapaz de recurrir a métodos racionales y creíbles, para convencer al electorado de que su proyecto y propuestas son los más convenientes a los intereses de la nación?

Pienso que no. La delación de este perverso plan ha servido para descreditar más aún a un partido que surgió producto de la incertidumbre y la desconfianza, y que por demás carece de fundamentos ideológicos que legitimen sus aspiraciones de fuerza política con vocación de poder.

Pero igual, la malsana intención del PRM y su endeble candidatura presidencial revalidan la creencia, mayoritariamente aceptada, de que el proyecto presidencial de Danilo Medina es tan sólido e imbatible que sus opositores se ven forzados a recurrir a embustes y artimañas de cualquier naturaleza, para vilipendiarlo.

Estamos frente a lo que el refranero popular ingeniosamente llama una “metida de pata” por parte del PRM, con el apoyo y autorización de su atormentado candidato presidencial. Una “metida de pata” que ha servido para descubrir verdades y desenmascarar mentiras.

Este yerro explica, una vez más, las razones por las que Danilo Medina se niega a debatir su propuesta de gobierno con un partido más inclinado a la “puñalada trapera”, que a discutir al más alto nivel los grandes retos que gravitan sobre la sociedad dominicana.

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