Ozuna, el protagonista de un préstamo mágico

La historia de Pablo Ozuna en la pasada temporada invernal es una para la historia.

La historia de Pablo Ozuna en la pasada temporada invernal es una para la historia.Fue dejado en libertad por un conjunto que terminó en el sótano, firmado por otro que no cumplió con su objetivo para terminar en calidad de préstamo en la escuadra que barrió con todo.

De licenciado por las Estrellas Orientales a firmar con un Licey que no le dio tanto juego para llegar a unos Leones que, en su momento pasaban el “Niágara en bicicleta”, pero a los que aportó en grande hasta obtener la corona nacional y la del Caribe.

“Son de esas cosas que se dan en la pelota y que si las dicen antes nadie las cree, pero siempre pensé que podía aportar en esta liga. Era un asunto de confianza y de recibir la oportunidad”, comenta Ozuna a elCaribe por el hilo telefónico desde su residencia en Boca Chica, donde ayer asimilaba por completo todo lo que le sucedió de octubre a febrero.

Ozuna no niega que fue un rudo golpe haber sido dejado en libertad por las Estrellas, el único conjunto para el que había jugado desde que debutó en el patio en la temporada de 1996-97.

“No me sentí bien. Yo hasta pensé que me retiraría con las Estrellas. Nunca pensé que eso sucedería después de lo que había dado a ese equipo”, indica el jugador del cuadro, dueño de varios logros con los verdes, entre ellos campeón de bateo en la contienda de 2008-09 con un potente .390 y líder en hits en 2004-05 con 63.

Los Orientales decidieron prescindir de sus servicios el 28 de octubre y el primero de noviembre estaba con los Tigres.

“Me dije que algún equipo tenía que interesarse en mí, porque sabía que no estaba acabado. Aroboy (Ángel Santana, asistente del gerente general del conjunto azul, Fernando Ravelo) me llamó y me dijo que podía aparecer un espacio para mí en el equipo”, dice Pablo.

De todas formas, en el Licey no pudo encontrar la oportunidad anhelada de juego.

“Entiendo lo que pasó en el Licey. Muchos jugadores de mi posición y jóvenes. Era una situación complicada, debo ser honesto”, señala el veterano de 13 campañas y 37 años de edad.

Entre verdes y azules, Ozuna consumió cinco turnos, lo que indica que su presencia era la de un adorno y no la de un integrante que se necesitaba con urgencia.

Y entonces llegó el famoso préstamo a los Leones, conjunto con el que debutó el 23 de noviembre. “Nosotros necesitábamos un hombre de su experiencia.

Pensamos que no estaba terminado y que necesitaba jugar. Para muchas personas en su momento no fue lo mejor, pero en la pelota dos y dos no son cuatro. Uno siempre no puede llevarse de lo que se diga fuera”, comenta Moisés Alou, gerente general del Escogido.

Rojo en las venas

Lo que probablemente nadie sabía o pocos manejaban el dato para el momento en que fue mandado a los escarlatas era que en la familia Ozuna-Rodríguez todos eran escogidistas de nacimiento así que su tercera franela en menos de un mes era probablemente la culminación de un deseo de infancia y a la vez una oportunidad dorada para vencer a quienes pensaron que llegaba el ocaso de su carrera.

“Soy del Escogido desde que nací. En mi casa no hay uno que  no sea rojo”, expone el menor de ocho hermanos. “Eso lo llevamos en la sangre. Claro, uno es profesional y donde me paguen hago mi trabajo. Eso no tiene que ver, pero tampoco voy a esconder nada porque todos tenemos un equipo”, dice el “chico de la playa”, como le llaman.

“Veteranía, liderazgo, entrega. Eso te lo da Pablo en el terreno de juego”, apunta el dirigente de los Leones, Ken Oberkfell. “Siempre recordaré el talento de este equipo y a hombres clave como Pablo, (Julio) Lugo y (Fernando) Tatis”, añade el norteamericano.

El versátil jugador del cuadro de por vida en la pelota dominicana ha conectado 477 imparables en 420 partidos con las Estrellas, Licey y Escogido.

Asimismo, ha disparado 77 dobles, 11 triples y 15 cuadrangulares con 223 carreras anotadas y 166 remolcadas. Fue transferido en 89 ocasiones y ponchado en 187 oportunidades al plato.

Ozuna aportó a los Leones para que sobrevivieran en un momento de la vuelta regular que les vio perder ocho partidos consecutivos y estar cerca de la desclasificación.

Se convirtió en parte de la inspiración, una especie de motor que también motivó a miles de fanáticos que conquistó del lado derecho del Estadio Quisqueya.

“En vez de una corona, son dos. Gracias a Dios que disfruto esto y sé que aun puedo rendir en esta liga”, expresó el veterano jugador.

Todo un personaje del mar

No solo del bateo ha vivido Ozuna, sino del mar. Pablo puede dictar charlas en varios idiomas (inglés y español) de lo que se refiere a la pesca, la fauna marina y la cocina de sus integrantes.

“Mi papá fue pescador y con eso mantenía a la familia. Desde los siete años tengo un manejo de calidad de lo que es pescar, no importa la hora y cómo sea. Eso lo llevo en la sangre”, comenta Pablo sobre su progenitor, Sotero Ozuna. “Yo te buceo a pulmón y te salgo en cualquier lado.

Claro, no tengo la misma práctica de antes, pero eso tampoco se olvida por completo”, dice el exjugador de Grandes Ligas. La familia ya no vive de la pesca.

Ozuna ha sabido invertir su dinero y de ello habla con orgullo. “Gracias a Dios me he dedicado a los bienes raíces y tengo varios edificios aquí en Boca Chica y no me quejo. Uno tiene que ser cuidadoso con lo que ha ganado y no botarlo”, agrega.

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