En el Pabellón marginan al boxeo (2 de 2)

Quienes dirigen el Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano son insensibles al clamor popular.

Quienes dirigen el Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano son insensibles al clamor popular.No oyen ni escuchan a la ferviente fanaticada del boxeo. Y mucho menos ponen atención a las ideas, que sobre la exaltación de nuestros atletas, exponen los periodistas deportivos a través de diferentes medios noticiosos.

La cúpula del llamado Comité Permanente del Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano, en esta nueva etapa de exaltación, se está pareciendo a directivos pasados.

Me refiero a otros directivos, que al igual que los actuales, discriminaron a los humildes atletas del boxeo. Del siempre marginado boxeo que, se reitera, fue el deporte que aportó la primera medalla olímpica a República Dominicana.
Les refresco la memoria a los indolentes miembros del Comité Permanente del “Pabellón del Olvido”. Así he bautizado al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano.

Les recuerdo, porque la historia nadie puede borrarla, que el boxeo, gracias a los puños de nuestro inolvidable Pedro Julio Nolasco (en las Olimpíadas de Los Ángeles, 1984), le entregó a la patria su primera medalla olímpica.

Y que de las cuatro medallas olímpicas logradas por el deporte nacional, dos han sido aportadas por el boxeo. La segunda la obtuvo Félix Díaz Guzmán quien ganó el oro en los Juegos Olímpicos de Beijing, en el 2008.

Más sobre el olvido

Además de olvidarse del boxeo, los indolentes del “Pabellón del olvido” marginan a verdaderos inmortales como el técnico de baloncesto Humberto Rodríguez, a Inocencio -Mao- de la Rosa, legendario boxeador; al fenecido pedalista.

John Figueroa, a José Polanco, un gran precursor del ciclismo y ex sobresaliente atleta de esa disciplina.

Podría citar a decenas de ex atletas, marginados por “El Pabellón del olvido”, pero el espacio es corto. La realidad es que esta gente, tan complaciente con sus inmortales preferidos, sigue por el camino equivocado.

No voy a parar en denunciar a los indolentes del “Pabellón del olvido”.

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