En el paredón popular

En el debate de los problemas del país, el primer escenario de victoria o derrota lo constituyen los medios de comunicación.

En el debate de los problemas del país, el primer escenario de victoria o derrota lo constituyen los medios de comunicación. De eso están muy conscientes los actores del sistema: políticos, activistas sociales, empresarios y modernamente hasta los miembros del aparato judicial.

Los medios suelen ser espejos de la sociedad, pero no siempre reflejan todo lo que hay detrás de las imágenes, y especialmente en eventos muy marcados por la espectacularidad. Hay que manejarlos con cautela y con sentido de responsabilidad.

Lo que ocurrió en la audiencia en que se conocía una petición de Víctor Díaz Rúa en el caso que se le sigue por su desempeño en el Ministerio de Obras Públicas, obliga a algunas reflexiones.

Por el discurso de la fiscal Yeni Berenice Reynoso y la difusión del mismo, se conformó un punto de vista que cuestiona la integridad de la jueza Margarita Cristo.

Ello conduce a pensar: ¿formaba Cristo Cristo parte de una conspiración para cerrar el caso? Por lo que dijo la fiscal obraba en atención a un mandato de otras instancias jurisdiccionales, lo que sería más grave.

El artículo 63 del Código Procesal Penal establece que “en los distritos judiciales con dos o más jueces de la instrucción todos son competentes para resolver los asuntos y solicitudes planteados por las partes, sin perjuicio de las normas prácticas de distribución establecidas por la Ley 50-2000 para los distritos judiciales de Santo Domingo y Santiago…”.

¿Acaso la Corte cometió un ilícito cuando asignó el caso a la jueza Cristo?
La justicia dominicana se afirma en unos principios fundamentales. Uno de ellos es la presunción de inocencia. “Toda persona se presume inocente y debe ser tratada como tal hasta tanto una sentencia irrevocable declare su responsabilidad. Corresponde a la acusación destruir dicha presunción. En la aplicación de la ley penal son inadmisibles las presunciones de culpabilidad”.

Para conocer el caso, era de rigor nombrar a un juez de la instrucción que vino a ser Cristo, la cual estaba obligada, por mandato de la ley, a conocer las cuestiones de su competencia.

¿Es justo que un paredón mediático la fusile sin respetarle sus derechos?

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