Los transportistas sindicalizados en República Dominicana tienen una imagen muy mala. La peor la cargan quienes manejan el transporte de pasajeros, con sus peleas cíclicas entre sí, violentas, por el control de rutas y por rebatiñas de intereses que los gobiernos, de manera muy insensata, les conceden siempre bajo presión. También se la ganan cuando mediante el paro sorpresivo, con tintes violentos y frecuentemente sangriento, interrumpen el tránsito en las ciudades.
Ahora es Fenatrado, que con una razón aparente, una deuda de 300 millones de pesos que según dicen les debe el gobierno, han dispuesto la paralización del transporte de carga durante dos días, desde hoy. Es muy obvio que una huelga de esta naturaleza acarreará daños colaterales, porque no se trata de un sindicato cualquiera, sino un cartel que lo controla todo, y ¡ay de quien se atreva a intervenir!, porque recurren a las vías de hecho, sin que ninguna autoridad intervenga.
Hasta que no se conoció el anuncio de huelga, no se sabía de la deuda millonaria. Quizás faltó que recurrieran a una campaña de sensibilización, para que si la misma tiene todo el fundamento, el gobierno la honre oportunamente.
Ahora, más que un diferendo entre los camioneros y el gobierno, la convocatoria a huelga tiene otras implicaciones. Estamos en medio del proceso electoral, y un movimiento de esta naturaleza mueve a suspicacia. Fenatrado había negociado con la Junta Central Electoral (JCE) la transportación de los materiales para las elecciones, y ante la persistencia de ese gremio de paralizar sus actividades, esa institución desistió de utilizar sus servicios. ¿Qué garantías puede dar una institución, cuyo jefe declara que “nosotros ya decidimos que el paro va. A nosotros no nos importan los comicios, lo que queremos es nuestro dinero”?
La deuda con Fenatrado es vieja y quizás este no era el momento de reclamar el pago mediante un paro retador. Deben dejar eso para después del 20 de mayo. Ahora, aunque no lo persiga, tiene un efecto político.
