Julio –El Patico- Guerrero. ¿Quién, en estos tiempos de la modernidad deportiva en República Dominicana, ha escuchado ese nombre?
Respondo la pregunta: Julio –El Patico- Guerrero es un dominicano que en sus años juveniles, y parte de su adultez, trabajó en los cuadriláteros nacionales del boxeo profesional.
También llegó a combatir en carteleras montadas en Nueva York, Panamá, México y Puerto Rico.
El Patico Guerrero, haciendo honor a su apellido, era un guerrero. Siempre daba buenas peleas porque, además, tenía talento y pundonor.
Lo recuerdo como boxeador de la división mosca (115 libras). Llegó a contender con estelares rivales locales y extranjeros.
Sus combates enardecían a los aficionados. El Patico Guerrero era un ídolo de los fanáticos que asistían con asiduidad a los programas que se montaban en el Palacio de los Deportes de Santo Domingo.
Vayan en su auxilio
Los atletas, cuando están en su apogeo –con toda la gloria-, son vitoreados por toda la sociedad.
Pero cuando llegan al retiro, sin prestigio e incluso arropados por la miseria, nadie va en su auxilio. Son, al mismo tiempo, los grandes olvidados por la misma sociedad.
Es justamente lo que les está pasando a muchos de nuestros exatletas. Son marginados y no tienen quién los proteja.
Entre esos exatletas tenemos criollos como Julio –El Patico- Guerrero. Este hombre, que todavía es joven, está en la inopia.
Tras residir por varios años en Estados Unidos, en su rol de boxeador, vino de regreso a la tierra que lo vio nacer.
Está a la espera de que el Ministerio de Deportes vaya por su rescate. Por lo menos que le otorgue una pensión que lo ayude a transitar por una vida más o menos decente.
Felipe Payano, quien ha sido un funcionario consecuente con los atletas, no debe dejar el Ministerio de Deportes sin dar a El Patico Guerrero la ayuda que solicita.
¡Qué auxilien a El Patico Guerrero!