Pedro, un aventajado discípulo de Felipe y Ávila

Altos de Chavón, La RomanaDurante su inducción al Pabellón de la Fama del Béisbol Latino, Pedro Martínez sacó tiempo para agradecer a dos personas que influenciaron en su vida profesional como jugador. Uno es Rafael Ávila, el hombre que…

Altos de Chavón, La Romana
Durante su inducción al Pabellón de la Fama del Béisbol Latino, Pedro Martínez sacó tiempo para agradecer a dos personas que influenciaron en su vida profesional como jugador. Uno es Rafael Ávila, el hombre que en 1988 lo firmó para los Dodgers de Los Ángeles, mientras que el otro es Felipe Alou, la persona que confió en Pedro cuando este llegó a los Expos de Montreal en 1994.  Gracias a la ayuda que recibió de estas dos figuras del béisbol, Martínez, en vez de llamarlos por sus nombres, opta por decirles “papá o papaíto”.

“Nunca me imaginé que cuando Felipe me dio la primera bola y de paso decirme que iba a ser el abridor número cuatro en los Expos sin saber lo que aún podía  hacer, iba a alcanzar todo esto que he logrado en mi vida”, relata Pedro. “Todo lo que fui quiero ponerlo en manos de ustedes dos por esa confianza que ustedes depositaron en mí”, agregó. Pedro, quien fue inducido al nicho de la inmortalidad del béisbol latino el pasado sábado junto a otras luminarias que también brillaron en las Grandes Ligas como Ozzie Guillén, Carlos Delgado, Luis González, Roberto Kelly y Nomar Garcíaparra, recibió una gran ovación de los presentes en el anfiteatro de Altos de Chavón cuando llamó al escenario a Felipe y a Ávila.

“Felipe me dijo que tenía que aprender a calentar como un lanzador abridor, condición que había perdido en mi paso con los Dodgers por haber sido en ese equipo un relevista” agregó.

Ávila fue el responsable de firmar a Pedro el 18 de junio de 1988 al profesionalismo con los Dodgers de Los Ángeles. También fue de los primeros en “disciplinar” las cualidades que mostró Pedro cuando ingresó a Campo Las Palmas, escuela de desarrollo de talento de la organización de Grandes Ligas en el país y que tiene como sede el municipio de Guerra.

“No me canso de hablar de Pedro”, dijo Ávila. “Es como si se tratase de un hijo más. Aposté por él y no me hizo fallar. Es un gran ser humano en todos los sentidos. Me siento muy contento por todos los logros que ha alcanzado. Fui uno de los que más celebró su escogencia a Cooperstown”, agregó.

De su lado, de Felipe, Martínez recibió la oportunidad para que trillara un camino que le valió tres premios Cy Young, ocho Juego de Estrellas y el logro más importante de su gran carrera de 18 temporadas en las Mayores: su reciente inducción al Salón de la Fama de Cooperstown. “Esta noche se ha hablado mucho de la familia, la base principal y el núcleo de lo que nosotros somos.

He aquí dos padres, dos abuelos, dos hermanos, dos amigos que supieron confiar en mí y gracias a Dios que no les fallé a ambos. Mis más sinceros agradecimientos para ustedes. Hoy mi padre (Paulino Jaime) no está conmigo físicamente, pero están ustedes. Gracias por todo”, puntualizó el nativo de San Miguel, Manoguayabo.

El 19 de noviembre de 1993, Pedro pasó a los Expos en un canje que llevó a los Dodgers a Delino DeShields. Durante su paso por el club canadiense (1994-1997), obtuvo importantes distinciones, entre estas  su primer Cy Young.

“A Pedro siempre lo he querido como un hijo. Es uno de los mejores lanzadores que he visto en el béisbol, no porque lo dirigí, sino por todo lo que ha hecho en el terreno. Siempre dije que iba a ser un gran lanzador y ahí está”, expuso Felipe. Otro momento especial de la noche fue cuando Pedro hizo mención de su madre, Leopoldina Martínez, a quien agradeció por haberlo traído al mundo el 25 de octubre de 1971. “Aquí hay otra persona que supo concebir a dos toletes de Grandes Ligas y al mismo tiempo dos peñones de mujeres, a mi madre”, dijo un emocionado Martínez. l

18 campañas
Duró Pedro Martínez en las Grandes Ligas con los Dodgers, Expos, Medias Rojas, Mets y Filis, respectivamente.

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