Perfil del dominicano que votó

Ayer domingo, fuimos protagonistas, como todos los ciudadanos en capacidad de votar, de otra expresión más de la capacidad de escogencia, de elección, que ofrece el sistema democrático. Al margen de estridencias de bocinas móviles, bombardeo…

Ayer domingo, fuimos protagonistas, como todos los ciudadanos en capacidad de votar, de otra expresión más de la capacidad de escogencia, de elección, que ofrece el sistema democrático. Al margen de estridencias de bocinas móviles, bombardeo publicitario, de recursos propagandísticos y la saturación visual, nos dimos cita con nuestra propia conciencia y en la soledad relativa e intimidad parcial, expresamos nuestra intención primaria. Detrás del menú político para escoger, un pueblo que se empeña en que sea esta, una vía para mejorar condiciones de vida colectiva y personal. En un rápido paseo sobre la psicología del dominicano, según intelectuales y especialistas que nos han definido, tendríamos una aproximación, salvando distancias, del perfil de ese votante. Pedro Andrés Pérez Cabral, en “La Comunidad Mulata”, indica que nuestra composición social nos hace poseer: “una actitud contemplativa, desnutrida, torpe, indiferente, servil y cobarde”. Antonio Zaglul, en sus “Apuntes”, dice que el dominicano “es depresivo con tintes de paranoico. La depresión lo lleva a infravalorar todo lo que sea dominicano y la paranoia le crea un complejo de persecución. El sentirse perseguido genera en el dominicano la inhibición y la desconfianza o el temor al “gancho”, a ser víctima de un ultraje de cualquier índole”.

Roque Adames, conocedor de la idiosincrasia campesina de su época, dice: “es un individuo que escinde en dos entidades: el yo profundo, conformado por rasgos de carácter positivo, cordialidad, humanidad, apacibilidad, tolerancia, sentido estético, contemplación, sentido del esfuerzo e iniciativa, sentido especial del tiempo, fuerte sentido de la propia personalidad; y el yo deformado: recelo, individualismo, quietismo conformista, susceptibilidad y violencia, machismo, sentimiento de incapacidad, deficiencia, debilidad e inseguridad interior”. Juan José Ayuso con criterios marxistas expresa: que la clase dominante “arrastra a la mayoría a una situación social y mental con las profundas características sicológicas de desarraigo, de despersonalización, de inexistencia de valores autóctonos y auténticos, de carencia de identificación, víctima de la dispersión forzada del ser nacional” y nos define como “una masa oligofrénica en lucha continua por la sobrevivencia, por lo que no aprende a leer, escribir y pensar de corrido, ni puede masticar chicle y caminar al mismo tiempo”, Carlos Andújar nos esquematiza expresando: “ la crisis de la autoestima, la desconfianza en el gobierno y en las instituciones degenera en falta de solidaridad social. En La cultura del más vivo, el dominicano se perfila cada vez más como un ser “individualista y desinteresado de los demás, en su afán por obtener éxito personal y material” La psicología del color y sus efectos en la percepción y la conducta, son terrenos de estudio fértiles, tratando de entender al dominicano que ayer votó.

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