La piratería y la historia dominicana XVI

El portal EcuRed cita del historiador cubano Manuel Lagunilla Martínez (http://www.ecured.cu/index.php/El_Primer_Pirata_del_Caribe) el primer…

La piratería y la historia dominicana XVI

Se me hace difícil seguir con el tema cuando he perdido por cuarta ocasión mi biblioteca electrónica que cubre más de cinco…

El portal EcuRed cita del historiador cubano Manuel Lagunilla Martínez (http://www.ecured.cu/index.php/El_Primer_Pirata_del_Caribe) el primer acto de piratería en el Caribe (“Trinidad de Cuba: tradiciones, mitos y leyendas.”

Ediciones Luminaria. 2006), como sigue: “A fines de noviembre de 1518, llegó al surgidero de La boca, Hernán Cortés quien había apresurado su partida de Santiago de Cuba en pos de la conquista de México por temor a su jefe y armador Don Diego Velásquez de Cuellar … Enterado Cortés de que cerca de las costas trinitarias pasaba un navío cargado de víveres, ordenó a Diego de Ordaz que lo persiguiera con una carabela bien armada y lo abordara. Cumplida la misión, el marinero lo condujo al embarcadero del Guaurabo y presentó al patrón nombrado Juan Zedeño y a sus marinos ante el jefe. Dio cuenta entonces del cargamento, que consistía en cuatro mil arrobas de pan, mil quinientos tocinos y muchas gallinas. Fue este el primer acto de piratería en tierras americanas”.

La literatura sobre la piratería acredita por la ejecución del primer acto de piratería contra España al corsario francés Jean Fleury, que en 1522 interceptó las naves en que Cortés enviaba a Carlos I su parte del tesoro de Montecuzoma, poco después de salir de las Azores donde pernoctó la flota española, y en el mismo viaje asaltó otra nave proveniente de Santo Domingo.

Sin embargo, la verdad es que hubo antes actos piratas por los españoles Bernardino de Talavera, en 1511, en la isla Española, y por Hernán Cortés, en Cuba, durante 1518. En todo caso, hay diferencias entre los actos mismos. En las Antillas los actos parecen haber tenido por objeto robar barcos y cargas a contrabandistas, ambos genoveses, mientras que Fleury robaba metales, perlas, joyas, piedras preciosas, azúcar y pieles de reses con destino a la corona española. La actividad de los franceses en Santo Domingo, como cita Américo Lugo al visitador Ribero (Escritos Históricos, p.55) era sempiterna. “Aquí siempre estamos cercados de franceses que toman todos los Varcos y Navíos que bienen a este puerto con mantenimientos y los fructos de la Tierra de cueros y azúcar que traen por mar de los ingenios y haziendas.

Por el mes de octubre salió un navío armado de este puerto que despachó la Audiencia contra una lancha francesa que avia rovado dos varcos de azúcar a ocho leguas desta ciudad, y dio con la lancha y le quitó la presa y le mato quatro hombres al francés; y se le huyó la lancha con la muerte de los cuatro que estavan en uno de los varcos que avían rrovado…”. Continuará.

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Se me hace difícil seguir con el tema cuando he perdido por cuarta ocasión mi biblioteca electrónica que cubre más de cinco siglos de historia, y contenía más de doce mil volúmenes, por errores humanos de mi manejo precario de los medios de comunicación. Pero tengo que seguir. Espero que a vuestra satisfacción. Hablé de la desolación de nuestra isla ordenada por la monarquía española para evitar dos cosas. Primero, que se perjudicaran los negocios que España procuraba con las naciones nativas y, segundo, que navegantes aventureros que llegaban a la isla (era la Española única con europeos estableciéndose), pudiesen interferir en la conversión a cristianos súbditos de España y Roma, de la raza inocente.

Pero las devastaciones también produjeron quiebras económicas entre los habitantes, así como una guerra absurda para someter a la autoridad colonial a los desalojados occidentales que la autoridad española no consiguió, aunque sí facilitar la mudanza de los freebooters (navegantes libres o filibusteros), y de otros aventureros auspiciados por naciones europeas no ibéricas para aprovechar la riqueza virgen de ésta en tierra, ganados y frutos, desprotegidos y fáciles de asaltar, para que sus economías se beneficiaran de la conquista del Nuevo Mundo.

Pero, la piratería caribeña no la inventó el pirata francés Jean Fleury, ni sucedió cuando éste se apoderó de los bienes robados por Hernán Cortés a los mexicas, a Montecuzoma, que destinó en embarque a Carlos V del Sacro Imperio Romano Germánico y primer rey Austria de España, sino cuando hubo el primer encuentro guerrero en la Isabela, o más tarde en Yáquimo, cuando en cruento enfrentamiento entre “conquistadores”, con muchas muertes, Ojeda consiguió compromiso de cese, o cuando hubo que enfrentar a gobierno autoritario y despótico, el de los hermanos Colón, que se consideraban dueños absolutos de la esclavitud y únicos beneficiarios del servilismo que les concedía la deidad contra los demás, pobres nobles, que poco habían tenido, y quienes por ende veían en la conquista solo al oro y a los esclavos a conseguir.

Aunque haya diferencias de fecha y varias descripciones de eventos semejantes en diferentes recuentos históricos, lo cierto es que quienes fueron actores principales se encontraban entre los conquistadores, asaltaron navíos europeos citados en varios escritos como genoveses que cargaban casabe, tocino y otras provisiones, encuentro en las descripciones como elemento sospechoso la descrita nacionalidad de las naos, genovesas, la identificación de los presuntos nautas piratas, las complicidades y los destinos que se dejan de decir. Continuará.

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