La Playa de Boca Chica: en medio del abandono y las precariedades

La playa de Boca Chica constituye una de las principales opciones de disfrute y esparcimiento de los capitaleños, que en apenas 30 minutos de viaje desde la ciudad, pueden sumergirse en sus cristalinas y refrescantes aguas de color azul turquesa.…

La playa de Boca Chica constituye una de las principales opciones de disfrute y esparcimiento de los capitaleños, que en apenas 30 minutos de viaje desde la ciudad, pueden sumergirse en sus cristalinas y refrescantes aguas de color azul turquesa.

Pero su impresionante belleza natural contrasta con la gran cantidad de negocios improvisados que con el pasar de los años continúan robando terreno a las palmeras, restándole belleza y esplendor a la bahía.

Desde que el visitante pisa la blanca arena, siente el asedio de los vendedores, que primero intentan aparcar su vehículo en un área controlada por ellos, y de paso, convencerlo de ocupar una de sus mesas cobijadas por destartaladas sombrillas, por las que deberá pagar RD$500.

No obstante, dos grandes letreros colocados por el Sindicato de Trabajadores Playeros alertan al bañista de que si está dispuesto a consumir un mínimo de RD$1,500 del menú compuesto por pescado, carne y pastas la mesa es totalmente gratis. Su alquiler es prácticamente obligatorio debido a las escasas áreas de sombra.

Aunque lo usual es que los visitantes, especialmente si son dominicanos, lleven las comidas y bebidas que van a consumir, quien quiera degustar el sazón del pescado de Boca Chica, debe disponer entre RD$700 y RD$1,800, dependiendo de la clase de pescado y la capacidad especulativa del camarero que le atienda.

Se vende todo tipo de mercancía

A pie de playa se vende de todo: Sombreros, lentes de sol, salvavidas, pareos y trajes de baño, CD’s, galones de mamajuanas, yaniqueques y mariscos, como los que ofrece don Tabo, quien lleva más de 30 años vendiendo pulpo, lambí, calamares, camarones y almejas.

En un galón cortado a la mitad, que lleva atado a la cintura, el hombre carga la mercancía. “Cuando está buena la cosa, yo hago hasta cuatro mil pesos”, asegura, mientras muestra otro galón con agua para lavarse las manos y preservar, según él, la higiene de los alimentos que ofrece.

Pese a haber algunos zafacones colocados por el Ayuntamiento Municipal, es común observar pequeños vertederos de vasos plásticos, botellas y otros deshechos sólidos.

A medida que uno se aleja de la parte céntrica, y se encamina en dirección al poblado de Andrés, las casetas cambian de estilo y dan paso a un modelo más campestre y típico: Sillas de madera y sombrillas de cana, muchas de las cuales están abandonadas. En esta área los precios suelen ser más económicos. Las mesas a RD$350 y el servicio de pescado entre RD$400 y 500.

Este espacio es cada vez menos frecuentado por los turistas debido a la contaminación proveniente de las cloacas, que, según los lugareños, vierten los negocios de la zona.

La osadía de ir al “baño”

La calidad de las instalaciones sanitarias, en cualesquiera de la zona dejan mucho que desear, pues solo hay pequeñas letrinas en las que el usuario que ose utilizarlas deberá pagar 20 pesos.

Para quitarse el agua salada, algunos vendedores han habilitado pequeños cuartitos cercados con cuatro cortinas y un tubo del que sale agua dulce. Este servicio es gratuito si ha comprado el combo de la mesa.

Un asiduo visitante como Teófilo Ortiz asegura que a las pésimas condiciones de los baños se suma el deterioro de áreas como “El Manantial”, un balneario de agua dulce, procedente del río subterráneo Brujuelas, cuyo flujo ha disminuido considerablemente por la colocación de sacos de concreto.

Inseguridad

Si de seguridad se trata, vendedores como Ramiro de León, niegan que ocurran hurtos en la playa, no obstante, afirma que “los que molestan mucho son algunos carajitos que vienen y se llevan las cosas de los turistas”.

Otros, como Luis Jiménez, afirman que existen bandas compuestas por mujeres que seducen a los extranjeros mientras sus acompañantes les roban sus pertenencias. Esperar la noche en la playa de Boca Chica tampoco es seguro en la zona que se convierte en terreno fértil para la prostitución. Durante la visita de reporteros de elCaribe, no fueron vistos agentes de la Policía Turística.

Un largo rosario de problemas por resolver

El municipio de Boca Chica, cuya principal fuente de ingresos es el turismo, tiene una gran cantidad de problemas por resolver, según el diagnóstico elaborado por varias instituciones en la denominada Mesa Local de Seguridad Ciudadanía y Género. Estos son: la falta de alumbrado en los espacios públicos, falta de regulación de los vendedores en la playa, desorganización del motoconcho, desempleo, atracos a ciudadanos y proliferación de negocios de expendio de bebidas alcohólicas. Al largo rosario de problemas se añaden la proliferación del consumo de drogas, sumado al tráfico y microtráfico de estupefacientes; la prostitución, falta de planificación en el área del turismo y la inseguridad ciudadana, entre otros. 

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