De política…

Un error que ha pagado con altos costes República Dominicana, es en el que incurre una proporción  de los hombres que son nombrados…

Un error que ha pagado con altos costes República Dominicana, es en el que incurre una proporción  de los hombres que son nombrados en  cargos públicos: ministros o directores generales. Entran a la política sin ser políticos ni  haber estudiado esa ciencia. Algunos piensan que el puesto le da la oportunidad de aspirar a la Presidencia de la República. Los más desesperados piensan que el cargo los inviste de “político profesional”.

Lo malo de esto es que el error de un improvisado en política tiene efectos perniciosos que multiplican pérdidas y daños  en perjuicio de la colectividad nacional. El dictador Ulises –Lilis- Heureaux (1845-1899) practicó la idea de que  el nuestro  es un país “en que con raras excepciones cada hombre es un candidato a la Presidencia, y casi todos quieren gobernar a la vez”, De Maquiavelo aprendió que el comportamiento se da porque “El deseo de adquirir infunde en los corazones las mismas pasiones que el deseo de gobernar”.

A Lilis, las dificultades no le disminuían su interés por la política. Practicaba el criterio de que las dificultades son las espinas del poder y por esta razón creía  para manosear la política se necesita siempre vestir la mano cuando no de un guante de hierro al menos de uno que tenga escamas para resistir  a las ponzoñas de los malos intencionados. Calificaba  como buena toda  situación política en la que tuviera los elementos que necesitaba para hacerle frente a lo que venga “y estoy preparado para el combate”. Conocida la situación se debe elaborar un plan de ataque que tiene que ser concebido y ejecutado “con prudencia, tino y paciencia”. A sus colaboradores recomendaba actuar con ese criterio, porque los hombres que “tienen responsabilidades encima caminan despacio”. Lilis sustentaba que el peor defecto de un político es la desesperación porque conduce al fracaso seguro.

Y Joaquín Balaguer, seis veces proclamado ganador de elecciones presidenciales, más de 70 años en política, afirmaba: “Uno de los secretos del éxito en la vida pública consiste en saber esperar. Quien se impacienta, acicateado por sus ambiciones legítimas o no, corre el riesgo de tropezar y se expone innecesariamente al fracaso. La paciencia y el buen tacto se hallan más ligados en política  que en ninguna  otra actividad de la vida”.

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