Para las elecciones del año 1970, los fundadores del PRD decidieron no participar. Según dijeron, no existía el clima para unos comicios diáfanos. El mayor líder de masas del partido y del país, José Francisco Peña Gómez, sugirió participar con el fin de fortalecer la democracia nacional. A raíz de esto, el profesor Juan Bosch abandonó el partido y fundó el PLD. El PRD tuvo un punto de cierta lucidez cuando Antonio Guzmán gobernó el país en 1978. Luego, tras su suicidio, le sucedió Jacobo Majluta durante 42 días de transición en el año 1982. Majluta fue candidato del partido en 1986, pero perdió las elecciones y no contó con el apoyo de Salvador Jorge Blanco. Éste último, fue presidente del país (1982-1986) y dio muestras de desorganización y corrupción. Por su parte, Peña Gómez aspiró a gobernar el país en 1990, 94 y 98, pero no alcanzó el triunfo.
El siglo XXI inició con el gobierno de Hipólito Mejía, antiguo ministro de agricultura en el gobierno de Guzmán. Durante su mandato la situación del partido fue incómoda. A los sonados casos de corrupción se sumó la debacle económica del año 2003. En las elecciones presidenciales del 2004, Mejía intentó reelegirse pero el pueblo dijo no. En el año 2005, el PRD realizó un proceso de renovación interna, en el cual se escogió a sus miembros por voto universal, siendo electos para presidente del partido, Ramón Alburquerque, y secretario general, Orlando Jorge Mera. No obstante, en el 2009 Miguel Vargas Maldonado, exministro de Mejía, fue electo por unanimidad como presidente del partido.
Antes, en 2008, había sido candidato a la presidencia. Para las pasadas elecciones, Mejía fue otra vez candidato del partido sin el apoyo de Vargas, originándose divisiones y pugnas hasta la fecha. En ese sentido, al PRD le urge una renovación gradual de los lineamientos estructurales del partido y sus dirigentes, si es que desean volver al poder. De lo contrario, tendremos PLD para muchos años más.
