Precisiones sobre el empleo informal y la economía

Apropósito del reciente intercambio de opiniones entre el presidente del Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep) y el gobernador del…

Apropósito del reciente intercambio de opiniones entre el presidente del Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep) y el gobernador del Banco Central sobre varios temas referentes al desempeño de la economía dominicana, el Instituto de Estadísticas y Estudios Interdisciplinarios para el Desarrollo (IDEE) ha considerado pertinente y oportuno sugerir -a modo de reiteración o reafirmación- que se tengan en cuenta las siguientes precisiones con respecto al empleo, en particular cuando se aborde la problemática de la creciente informalidad laboral.

1. Pese al casi un millón de empleos netos generados en la última década, 85% de ellos creados en el período 2004-2011, la economía dominicana sigue siendo actualmente la de más baja capacidad de generación de nuevos empleos en la subregión de Centroamérica, exceptuando a Nicaragua, y una de las más bajas en el resto de América Latina y el Caribe (ALC).  Incluso, en el cuatrienio en que la economía dominicana creció a su mayor capacidad (2005-2008) su ritmo de generación de empleos (10.3%) fue superado por el que experimentaron las economías de Costa Rica (17.1%), Paraguay (18.0%), Panamá (16.8%), Honduras (15.6%), Chile (14.9%), Venezuela (13.5%).

2. Con respecto a la calidad de los empleos generados, si bien es cierto que la alta informalidad laboral no es exclusiva de República Dominicana, sino más bien un rasgo característico de las economías latinoamericanas y caribeñas -cerca de la mitad de los trabajadores de la región labora bajo dicha modalidad-, actualmente el nivel de informalidad de la fuerza laboral en República Dominicana sólo es superado por el de Honduras, Bolivia y Paraguay. Más aún, a diferencia de lo ocurrido en la mayoría de los países de la región, ni en los años de recuperación económica y crecimiento vigoroso (2004-2008), ni durante el actual ciclo de desaceleración económica 2009-2012 se produce en República Dominicana una caída en la proporción de empleos informales, sino todo lo contrario, una tendencia al alza o repunte del ritmo de incremento. Esta tendencia podría estar indicando que el alto grado de informalidad en los empleos generados por la economía dominicana se ha convertido en una característica estructural del modelo de crecimiento adoptado en las últimas tres décadas, lo que constituye un difícil reto para las políticas de orden productivo y económico que puedan concertase e implementarse entre los sectores privado y público en el marco de la ley de Estrategia Nacional de Desarrollo (END) recientemente promulgada.

3. Esta baja capacidad de generación de empleos formales explica que pese a ser la dominicana una “economía de alto dinamismo”, con el mayor crecimiento del PBI per cápita en ALC en las últimas dos décadas, sigue a la cabeza en la región en nivel de desempleo, informalidad laboral o empleabilidad precaria, bajos salarios, bajo impacto del crecimiento económico en el desempleo y baja productividad laboral.

4. Está suficientemente documentado que la creciente expansión de la informalidad, junto a la persistencia de elevados niveles de desempleo a lo largo de los últimos dos decenios es resultado del patrón de crecimiento asimétrico y espacialmente muy concentrado de la economía dominicana centrado en sectores no transables (turismo, construcción, transporte) y exportación de zona franca y sectores de los servicios que se han beneficiado de la apertura comercial y la apreciación cambiaria (comercio, finanzas, comunicaciones y otros servicios), modelo económico que presenta como característica estructural una insuficiente generación de empleos formales, toda vez que aquellos sectores motores del crecimiento económico son los de más baja productividad laboral y con menos capacidad relativa de generación de empleo, con menor nivel de encadenamiento con otros sectores y con alta intensidad en empleo informal.

5. En síntesis, las fallas del crecimiento económico de las últimas cinco décadas han estado no sólo en que el mismo ha tenido un comportamiento muy volátil, sino que además en los años de su auge la expansión del empleo se ha producido sobre todo en el sector informal de la economía, aumentando de ese modo la informalidad laboral.

Pese al éxito en el crecimiento económico, el modelo actual de desarrollo presenta signos de agotamiento en términos de generación de empleos formales, pues sus motores de crecimiento -zona franca y turismo- o han entrado en crisis (las zonas francas perdieron más de 100,000 empleos en términos netos en la última década) o se han ralentizado (turismo), se ha profundizado la caída del sector agropecuario, el deterioro de las exportaciones, reforzándose la participación de los sectores de telecomunicaciones, financiero, y las remesas del exterior.

6. Es evidente que el panorama suscintamente descrito demanda políticas y acciones integrales, tal como se pondera en la END y sugiere el presidente del Conep. Para revertir estas tendencias es necesario introducir cambios significativos en el patrón de crecimiento de República Dominicana que implican a su vez cambios fundamentales en el modelo económico. Uno de los más grandes desafíos que tiene por delante el aparato productivo en las próximas dos décadas es revertir esta tendencia de incremento sostenido de la informalidad laboral para poder al menos acercarse a la meta 2.39 de la END de incrementar a 50% en 2020 y a 60% en 2030 la proporción de empleo formal. Aún cumpliéndose las metas de crecimiento del PIB, de estabilidad macroeconómica y otros parámetros del escenario futuro proyectado en la END, las tendencias inerciales y la misma dinámica del crecimiento plantean serias dudas sobre la factibilidad de lograr dichas metas.

7. A un plazo más corto, teniendo en cuenta el horizonte del próximo cuatrienio de gobierno, es un enorme reto para la gestión de Danilo Medina lograr concentar en el marco de la END acuerdos con el sector empresarial -y en particular con el subsector de las micro y pequeñas empresas- y las representaciones sindicales y de la sociedad civil para la creación de un clima favorable a la formalización de negocios y actividades no registradas y a la mayor generación de nuevos empleos formales.

8. Dada la heterogeneidad del sector informal, en el que coexisten segmentos productivos y laborales de subsistencia (autoempleo, microempresas de muy baja productividad) con otros con capacidades de acumulación, es fundamental para las políticas públicas el aprovechamiento de los segundos, la formulación e implementación de políticas como las sugeridas en la END.

9. En particular, las políticas activas del mercado laboral que puedan identificarse y adoptarse en el marco del objetivo específico 3.3.2 de la END para incrementar la capacidad de generación de empleos formales no deben partir de un sobredimensionamiento de la participación de los costos laborales en las remuneraciones totales, ni en una sobreevaluación de su impacto en la pobre generación de empleos formales, tal como sugiere el Conep y otras entidades del sector empresarial. Las informaciones estadísticas actualmente disponibles no apuntan en el sentido de la generalizada apreciación del sector empresarial de exagerados costos laborales (de despidos y seguridad social sobre todo).

Cualquier iniciativa de reforma a las regulaciones del mercado de trabajo, ya sea en el marco de la reforma fiscal que se avisora o del Código Laboral actual debe orientarse a mejorar la eficiencia en la distribución de los recursos laborales, teniendo en cuenta los retos de productividad de la economía dominicana y la dinámica de las remuneraciones reales.

10. El logro de metas de proporción de empleo formal en la economía dominicana para los próximos 10 y 20 años de 50 y 60 por ciento, respectivamente, requieren apoyarse en mayores evidencias empíricas sobre cómo ha respondido la informalidad a los ciclos del crecimiento, a las políticas monetarias, fiscales y cambiarias anticrisis y anti cíclicas.

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