Presos de nuestros miedos

Para salir a las calles hay que pensarlo muchas veces; en ningún lugar los ciudadanos se sienten seguros.

Para salir a las calles hay que pensarlo muchas veces; en ningún lugar los ciudadanos se sienten seguros. Ni siquiera el propio hogar ofrece esa certidumbre de que se está a salvo, fuera del alcance del crimen y la violencia.

Es que la delincuencia y el crimen se han expandido en forma exorbitante, como en franco desafío a la autoridad encargada de velar por la protección ciudadana. Atracos y asaltos se producen a cualquier hora y en cualquier lugar.

Los últimos días la sociedad ha sido conmocionada por los casos de violencia que involucran a destacadas figuras del arte y de los medios de comunicación.

Para citar solo algunos ejemplos hay que recordar el lamentable suceso en que se vio envuelta Socorro Castellanos, una decana de la comunicación. La dama fue sorprendida por tres desalmados al salir de la iglesia, le robaron una cadena de oro y la enviaron a la clínica por los golpes recibidos, de cuya secuela física aún no se recupera, el impacto sicológico y emocional, podría quedar como una huella indeleble en su mente.

Es así como se siente la sociedad, atrapada en una telaraña de terror y miedo al crimen y la delincuencia común. Lo penoso es que todo esto ocurre en momentos en que el presidente Danilo Medina ha dedicado cientos de millones de pesos a la capacitación de los recursos humanos de la Policía, compra de equipos y tecnologías sofisticadas. Pero hay otros casos sonoros, como el robo en la casa campestre del merenguero Sergio Vargas, en su natal Villa Altagracia, por suerte, nadie de su familia se encontraba en el lugar.

Los casos que involucran a personalidades del mundo del entretenimiento, son solo una muestra de la situación de inseguridad que afecta a esta media isla, lo que hace suponer a muchos que ha fracasado el Plan de Seguridad iniciado por el presidente Danilo Medina, quien se reunió de emergencia el martes por la tarde con los funcionarios civiles y militares responsables de su ejecución.

La preocupación presidencial está fundamentada en el alarmante balance arrojado por investigaciones recientes, según las cuales el año pasado el crimen y la violencia cobró la vida de 2,258 personas. En un país con menos de 10 millones de habitantes esa es una cifra que pone los pelos de punta, equivale a más de 20 decesos trágicos por mes.

En lo que todos coinciden, hasta el propio presidente Medina, es que este pueblo tiene el derecho de vivir en paz, de recobrar la certidumbre, de volver a confiar en que es posible salir al trabajo, a la universidad, a la escuela, libres del pavor que provoca la sola idea de pensar que en cualquier momento se convierta en la próxima víctima de delincuentes y ladrones, a veces tan bien armados, que desafían el poder y la autoridad policial.

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