La primavera viene a bien

Hoy estamos recibiendo la primavera, una de las estaciones más hermosas del año, ansiosamente esperada en las zonas templadas. En esta…

Hoy estamos recibiendo la primavera, una de las estaciones más hermosas del año, ansiosamente esperada en las zonas templadas. En esta parte del hemisferio occidental, es la transición de invierno al verano. La primavera anuncia el reverdecer de los árboles, el rebrote, que en nuestro trópico inicia desde antes del 20-21 de marzo, y con el mismo, la estimulación de la floración.

Los primeros verdes de la primavera son como un renacer que los pueblos asocian a la juventud, también a la vuelta a la vida, especialmente donde el invierno suele ser muy duro. También, esta época la asociamos con el amor. Las flores la anuncian con igual entusiasmo y la ocasión se convierte en una magnífica oportunidad para calmar los espíritus alterados e inyectar energía positiva al corazón. Es, pues, un buen tiempo.

No debemos permitir que una época tan hermosa, tan tierna, se convierta en un mar de agravios y desenfrenos. La naturaleza así lo ha querido y nadie debe torcer sus designios. Nada más con ver que la misma cuaresma de este año ha sido un dechado de generosidad. No hemos tenido una sequía agria, tampoco los incendios que vienen combinados con ese fenómeno indeseado. De hecho, estamos en una cuaresma hembra, preñada de lluvias suaves y beneficiosas en la mayor parte del país.

Con la primavera entre nosotros, a unos pasos de abril, el mes de las flores, con la certeza de que las aguas volverán abundantes y quizás borren ofensas y agravios, lo que falta por recorrer para  aquella cita, bajo más flores y aguas de mayo, que también desembuchan y sanan, los dominicanos sabremos y podremos pasar esta prueba. Una prueba que a fin de cuentas es una fiesta, cívica por cierto, y hasta de amor, si vemos que pasa por tantos tramos estimulantes.

Si le seguimos los ciclos a la madre tierra y nos envolvemos en los  efluvios de la primavera, quizás no sea necesario ningún pacto, reunión o encuentro, con rebuscadas caretas que a ninguno quedarán bien. l

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