Producir o repartir

El mundo al que vinimos está muy lejos de ser un paraíso, donde se satisfacen deseos como por arte de magia. Para sobrevivir en él, los hombres han tenido que luchar y pensar.En tiempos prehistóricos, tuvieron que cazar peligrosos…

El mundo al que vinimos está muy lejos de ser un paraíso, donde se satisfacen deseos como por arte de magia. Para sobrevivir en él, los hombres han tenido que luchar y pensar.

En tiempos prehistóricos, tuvieron que cazar peligrosos animales y construir ellos mismos sus refugios. A medida que fueron progresando, más que la fuerza, tuvieron que usar el cerebro: curando enfermos, arreglando máquinas, evitando que los negocios quebraran… Y tanto ha tenido que luchar el que gana lo justo, como el que produce mucho, para no perderlo.

Hasta en la Biblia está escrito. Debemos ganarnos el sustento.

En una sociedad verdaderamente libre, todos comercian entre sí y ganan de acuerdo a sus capacidades. Poco importa que el médico sea paquistaní, el mecánico alemán o el banquero judío. Lo que importa es qué tan competentes sean.

Garantizar la libertad para que todo eso fluya, motiva a los individuos a utilizar su cerebro para producir más y mejor. Y es de ese cerebro motivado que ha surgido la riqueza del mundo: cuando inventó el automóvil, la penicilina, la computadora, los procesos de cultivo rápido, el avión…

El emprendedor juega un rol estelar en el desarrollo de esas ideas productivas: asumiendo riesgos, evaluando y contratando mentes creativas, eficientizando procesos…
Con demasiada frecuencia, se está olvidando que es esta dinámica la verdadera fuente de progreso en el mundo. A fuerza de verlos como “demasiado ricos, culpables o explotadores”, se pasa por alto que detrás de grandes imperios económicos, hay contribuciones significativas al bienestar de la humanidad, descubrimientos geniales, habilidades extraordinarias…

La peligrosa onda del momento es concentrarse en repartir, como si crear riqueza ya no importara. Subestimar los méritos y aportes de quienes la crean. Favorecer el “dar” al que no aporta. (O al menos hacérselo creer…) Y en vez de estar creando las condiciones para que los individuos estén motivados a producir, lo que se está haciendo es castigándolos con tal de repartir.

Tantos discursos pro derechos y pro reparto han logrado que gran parte del mundo esté confundida y haya olvidado la verdad más elemental. Que aquí se vino a aportar. Que no basta con existir para merecer.

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