La prohibición haitiana al comercio fronterizo

El anuncio del gobierno haitiano de que prohibirá la importación por vía terrestre de un conjunto de mercancías ha vuelto a sonar las alarmas en el país por el obvio efecto negativo que tendría sobre las exportaciones dominicanas hacia ese mercado,&

El anuncio del gobierno haitiano de que prohibirá la importación por vía terrestre de un conjunto de mercancías ha vuelto a sonar las alarmas en el país por el obvio efecto negativo que tendría sobre las exportaciones dominicanas hacia ese mercado, y sobre las re-exportaciones, es decir, sobre las importaciones de ese país de mercancías de terceros países que usen puertos dominicanos y que ingresen a su territorio por vía terrestre.

La medida debe interpretarse como un nuevo intento por reducir el acceso de mercancías dominicanas pero también como un esfuerzo para reducir el uso de puertos dominicanos para mercancías destinadas a Haití y empujar al uso de puertos haitianos.

Está claro que la medida viola diversas normativas. La más importante es que introduce un trato discriminatorio a las mercancías dominicanas frente a mercancías de otros países, aunque se procure encubrirlo torpemente al introducir el criterio del punto de entrada en vez del origen, cuestión que tampoco es permitida. Se trata de una violación a un principio básico de uno de los acuerdos fundacionales de la Organización Mundial del Comercio (OMC) a la que tanto Haití como la República Dominicana se deben. Además, la medida debió haber sido notificada y consultada, lo que la hace incompatible con el Memorándum de Entendimiento que se firmó en 2014 en materia de comercio bilateral.

Algunos han exigido que, en caso de que la medida se ratifique, ésta sea denunciada ante la OMC para que active el mecanismo de solución de diferencias, a fin hacer que el gobierno haitiano se atenga a las normativas. Eso sería lo justo y lo legal. Sin embargo, esto es poco recomendable por al menos tres razones. La primera es que sería políticamente contraproducente que un país de ingreso medio como la República Dominicana accione contra un País Menos Adelantado (PMA) porque aparecería como un país de mayor desarrollo y capacidades buscando restringir a un país muy pobre. Ya la sentencia 168-13 ha hecho bastante daño, con toda razón, a la imagen del país, algo que la Ley 169-14 y su aplicación no han podido revertir. Adicionar un elemento más reforzaría esa imagen, estrechando aún más los márgenes de maniobra del país en el escenario internacional.

La segunda es que Haití tendría ventajas en el proceso de solución de diferencias en la medida en que algunas de las reglas de la OMC tienen a favorecer a los países más pobres porque procuran nivelar el terreno cuando las diferencias entre los países es muy grande, y en especial cuando hay un PMA involucrado. Eso hace que el resultado de un proceso legal sea algo incierto. Precisamente por esa razón y por la mala publicidad que genera que un país más grande y rico accione contra un país muy pobre es que no parece haber precedentes de denuncias en la OMC contra un PMA.

La tercera es que el país tendría poco beneficio de una eventual solución a su favor porque lo que permite la OMC es que el país afectado, y por lo tanto beneficiario de la decisión, aplique medidas compensatorias contra las mercancías originarias del país que salió desfavorecido. Pero como las exportaciones de Haití hacia la República Dominicana son prácticamente inexistentes, no hay forma de hacer efectivas dichas medidas.

Es una situación muy difícil para la República Dominicana y para sus empresas exportadoras, porque aunque el comercio va casi exclusivamente en una dirección, por esa misma razón la posibilidad de retaliación o de amenaza comercial es casi nula, lo que nos deja desarmados. De allí la importancia de que el comercio entre ambos países sea más balanceado y que existan intereses fuertes en el lado haitiano por mantener y fortalecer relaciones comerciales y económicas en general con la República Dominicana. Es lo único que, a largo plazo, puede garantizar que las reglas sean respetadas.

Desafortunadamente, por el momento la política comercial de largo plazo de Haití con la República Dominicana continúa sin definirse. Al parecer los conflictos entre intereses comerciales, fiscales y productivos no terminan por resolverse, lo que hace que la política sea inestable y errática.

En ese contexto, la incertidumbre será la norma y en lo inmediato hay poco que podamos hacer. A mediano y largo plazo, diversificar mercados sería la opción más clara pero eso implica hacer lo que se ha hecho poco: producir más, mejor y con más calidad, y promover en mercados promisorios; en otras palabras, dejar de conformarnos con exportaciones fáciles en todos los sentidos, y exigirnos mucho más. 

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