El Ministerio de Obras Públicas anunció varios proyectos para mejorar la transportación en el Sur, desde Baní y Azua hasta Barahona, Bahoruco, Independencia y Pedernales. Son obras fundamentales para mejorar la comunicación vial y por extensión la competitividad de productores y pobladores en general, tal y como afirma Gonzalo Castillo. Viéndolo desde esa perspectiva está bien, pero hay otras razones tan importantes como esas para acometer la construcción de las circunvalaciones de las ciudades de Baní y Azua, que son dos nudos en el tránsito hacia y desde esa zona. No sólo por la forma cómo impactan esas dos concentraciones urbanas, sino por el costo en tiempo y combustibles.
Actualmente, Obras Públicas realiza modificaciones para brindar más seguridad a la carretera desde Baní hasta Barahona, particularmente, en las cercanías de la zona de El Número, muy vulnerable a los fenómenos naturales. Y según publicó este diario ayer, se trata de un proyecto de reconstrucción.
La carretera Azua-Barahona data de la década del 80 y ya presenta signos de deterioro, desde hundimientos, derrumbes y cuarteaduras que ponen en riesgo a los usuarios. La reconstrucción es más que necesaria. Debe incluir el tramo Cruce de Cabral-Jimaní, no sólo por los agroproductores, sino porque esa ruta es clave para la vida de los pueblos que habitan la isla.
Por esas vías se transporta la mayor parte de las mercancías que se exportan hacia el mercado haitiano. Reconstruirlas es también apoyar el comercio y la capacidad exportadora de la Nación.
Con estas obras no sólo se apuesta a la competitividad de los agricultores del sur, sino también al principal mercado de exportación, Haití, si marginamos las zonas francas.
