Punto final

El último encuentro previsto entre República Dominicana y Haití en el proceso de diálogo después de la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional debió efectuarse en Jacmel el pasado 20 de marzo, pero fue suspendido por razones no claramente&#8230

El último encuentro previsto entre República Dominicana y Haití en el proceso de diálogo después de la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional debió efectuarse en Jacmel el pasado 20 de marzo, pero fue suspendido por razones no claramente explicadas. Pospuesto para el 8 de abril en Puerto Príncipe tampoco se materializó. Las autoridades haitianas sugirieron que “no se pudieron reunir las condiciones logísticas necesarias para el montaje del evento”. Y se postergó para el 8 de mayo, “hasta el sol de hoy”.

Las causas de las posposiciones eran claramente perceptibles. Las autoridades haitianas habían condicionado el último encuentro a las decisiones de República Dominicana sobre el establecimiento de un estatuto conveniente a la población haitiana en el país que finalmente fue instituido mediante la ley 169-14.

Esa iniciativa y la apertura del proceso de registro de extranjeros ilegales se supone que cierra una etapa del período conflictivo. Naturalmente, eso no significa que desaparezcan las diferencias. Siempre habrá asuntos que discutir o considerar en las relaciones entre Estados vecinos.

Pero el diálogo abierto con la mediación del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, permitió avances importantes, como la firma de acuerdos en comercio, aduanas, seguridad, salud y consensualmente en migración. Ese diálogo no puede quedar sin un punto final, una suerte de formalidad que sugiera que efectivamente los dominicanos y los haitianos sentaron las bases para una relación tranquila, de cooperación y progreso. Y eso es importante porque la historia sugiere que ha habido una cierta tendencia al desentendimiento e incumplimiento de lo pactado.

Evidentemente han disminuido las tensiones. Y las presiones para agilizar el proceso de regularización gravitan sobre las autoridades de Haití, y no precisamente por iniciativas dominicanas, sino de sus propios ciudadanos residentes aquí que les reclaman eficaces diligencias para la tramitación de documentos y la disminución del costo de los mismos.

Para que todo esto tenga un final feliz, es necesario que haitianos y dominicanos se sienten de nuevo para ponerle el punto que marque el final de las tensiones. Y vivamos en santa paz.

¿Se animan a poner el punto final sin necesidad de mediadores?

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