¿Qué hacer para erradicar la violencia contra la mujer?

El 25 de noviembre de 1960 fueron asesinadas por órdenes del dictador Rafael Leónidas Trujillo, Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, las hermanas de Salcedo comprometidas con la lucha por la libertad. Fueron crímenes políticos de mujeres que&#8230

El 25 de noviembre de 1960 fueron asesinadas por órdenes del dictador Rafael Leónidas Trujillo, Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, las hermanas de Salcedo comprometidas con la lucha por la libertad. Fueron crímenes políticos de mujeres que hoy simbolizan la lucha contra la violencia de género a nivel global, en atención a una resolución de la ONU de 1999 que declaró ese día como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Pese a que la mujer dominicana dolorosamente aportó la causa que dio origen a la conmemoración, esta tierra sigue agregando víctimas femeninas en múltiples formas.

Violencia de palabra, agresión física con saldo trágico de hasta 200 muertes cada año para aumentar la horrorosa cifra de Latinoamérica, donde 60 mil son asesinadas por los hombres. La misma violencia que padecen en la mayoría de los países del mundo.

Los dominicanos debíamos ser un paradigma de no violencia contra las mujeres por respeto a la memoria de las heroínas que dieron su sangre por la libertad. Estamos taladrados por una cultura machista que asume una relación de posesión de la mujer, como si fuese una cosa de la que se puede disponer, una propiedad que hasta se puede destruir o eliminar.

Con el agravante de que a los días, las víctimas no pasan de ser una cifra fría que no cuenta cada historia oculta detrás de cada mujer asesinada por aberraciones de los hombres.

Todo está vinculado a un problema histórico, estructural, donde las mujeres han sido sometidas a toda clase de discriminación, de opresión, y sus derechos desconocidos de todas las formas posibles. La muerte es el peor de los atentados, y alarma, pero cada día la mujer sufre una relación inequitativa, a veces opresiva que se manifiesta en todo el quehacer humano.

Quizás un simple ejercicio de los hombres: una introspección. Vernos cada uno. Analizar qué tan justos somos con nuestras compañeras en todos los escenarios compartidos todos los días. Y ver qué debemos cambiar. 

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