¡Qué suerte vivir en democracia!

El discurso de toma de posesión del presidente Danilo Medina recargó las energías que alimentan mi dominicanidad. Me hizo sentir segura, confiada, pero sobre todo orgullosa de ser parte de un pueblo que respira libertad y ha aprendido a luchar…

El discurso de toma de posesión del presidente Danilo Medina recargó las energías que alimentan mi dominicanidad. Me hizo sentir segura, confiada, pero sobre todo orgullosa de ser parte de un pueblo que respira libertad y ha aprendido a luchar para fortalecer su democracia. Danilo nos hizo ver el valor de vivir en un país libre y democrático. Y lo hizo en un momento especial, en un nuevo aniversario de la Restauración, una fecha que debe movernos a recordar esos hijos de la patria que lucharon para restablecer nuestra soberanía. Siento un orgullo profundo al ver nuestra bandera ondear libremente, lo que indudablemente refleja la más genuina libertad de nuestro pueblo y la ventaja de vivir en comunidad, procurando lo mejor para todos. Sabernos una nación libre y soberana, nos abre la posibilidad y suerte de elegir por cuenta propia lo más provechoso para el presente y futuro de nuestra gente.

El martes, esa agradable sensación quedó plasmada en el corazón de millones de dominicanos, que eligieron al presidente que juró por un nuevo mandato y reiteró su compromiso de trabajar para lograr un país más próspero y equitativo, sin ningún tipo de distinción. Así fue. Danilo Medina fue reelecto por un pueblo que ejerció libremente su derecho a elegir y ser elegido consagrado en nuestro texto constitucional, máxima expresión de nuestra condición de pueblo soberano e independiente, y con capacidad para trazar las pautas que habrán de definir su propio destino.

Por eso, nos congratulamos de disfrutar de ese tesoro llamado democracia, que tanto escasea en otras partes del mundo y por cuya ausencia cientos de millones de seres humanos sufren indescriptibles penurias. La brillante alocución de Medina nos invita no sólo a apreciar ese bien llamado democracia, sino también a comprometernos con mantenerlo y luchar por su preservación. Y nos conmina a adquirir derechos y deberes que nos ayuden a ser cada vez mejores y más productivos.

Como pueblo, debemos llevar la voz cantante en esa tarea, que no sólo depende de la clase política ni de las autoridades, sino de toda la sociedad, a pesar de los intereses diversos que convergen en un régimen democrático. Nuestra obligación ha de ser mantener los sentimientos de paz, fraternidad y unidad como pueblo, buscando avanzar por senderos seguros y de prosperidad. Pero debemos seguir educando al pueblo en esa dirección, y abogar por la creación y aplicación de leyes justas y el establecimiento de instituciones fuertes. Tampoco podemos ceder en nuestros reclamos en torno a comportamientos éticos, que nos permitan tener un país con más igualdad y con los mismos derechos y oportunidades. Una sociedad más solidaria y humana. Pedimos la protección y bendición de Dios, para que dote de la sapiencia necesaria al Presidente en este nuevo período, y haya siempre comprensión, tolerancia y paz entre todos los dominicanos.

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