¿Quién es mejor en la carrera?

De niña, uno de los cuentos infantiles que más me gustaba era el de “La liebre y la tortuga”. Aun me sigue gustando, es más,…

De niña, uno de los cuentos infantiles que más me gustaba era el de “La liebre y la tortuga”. Aun me sigue gustando, es más, es el primero que les hago a mis niñas a la hora de dormirlas. En mis días de infancia, antes de conocer la historia a fondo, me rompía la cabeza pensando, cómo era posible que una tortuguita lenta y torpe, le pudiera ganar a una liebre veloz y mañosa.

Siempre escuchaba a mami hablar de ese cuento. Lo curioso para mí era que el tema siempre venía a colación cuando alguien cerca de mi madre demostraba demasiado interés en la vida y los logros de los demás. Ella como yo, sabe que todos tenemos derecho bajo el sol,  que, sea por obra de Dios o del destino, las personas de buenos sentimientos reciben su recompensa. Desear para otros lo que queremos para nosotros es igual a tratar al prójimo como queremos ser tratados. Compararnos nos hace infelices, no nos deja avanzar. Mirar hacia los lados, detiene nuestro paso.

Nunca olvido el día que mi madre me hizo la famosa historia, desde ese día comprendí por qué ella hacia a alusión  a la hazaña del lento reptil. Me explicó que sus grandes virtudes eran la perseverancia, la constancia y la dedicación.

Poner atención y esmero en la tarea que se desempeña, debe ser nuestra prioridad, sin embargo, perdemos un tiempo precioso lamentándonos por el crecimiento de los otros, llenándonos de envidia y resentimiento, pensando ¿por qué le va tan bien y por qué a mí no? De más está decir que muy pocos saben reconocer las cualidades de los otros. Es increíble, pero hay personas que llegan a odiar a un colega porque éste lo supera, quisieran desaparecerlo, no verlo ni en pintura. Por eso me gusta esa historia, porque enseña que la excelencia en las labores deja mejores resultados.

A veces  por empeñarnos en superar a otros, nos olvidamos de nuestras propias responsabilidades y peor aún, no podemos ver dónde reside nuestro verdadero talento y por lo tanto, no podemos explotarlo, no logramos descubrir nuestro potencial y pudiendo ser excelentes en otras actividades, nos sumergimos en la mediocridad, queriendo ser como otros.

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