Recuerdos de una visita guiada II

Si bien la semana pasada empezamos hablar de la zona o ciudad colonial, de su riqueza y, con intención nos desviamos para hablar de un tema todavía tabú entre nosotros, a pesar de que hay que reconocer que en relación a otros tiempos hemos avanzado&#8

Recuerdos de una visita guiada

En ocasiones solemos lamentarnos porque muchas cosas no están bien, sin embargo, pasa además, que hacemos de los lamentos un recitativo y sin darnos cuenta, poco a poco, se convierten como decimos en el argot popular: “en pan nuestro de cada día”.&

Si bien la semana pasada empezamos hablar de la zona o ciudad colonial, de su riqueza y, con intención nos desviamos para hablar de un tema todavía tabú entre nosotros, a pesar de que hay que reconocer que en relación a otros tiempos hemos avanzado bastante. Nos referimos pues a lo afro, elemento muy presente en nuestra cultura.

Aunque no asociemos el título de este texto al contenido y, resultemos imprecisos al plantear algunas ideas, lo cierto es que la ciudad colonial, le debe mucho a la presencia de “otras culturas” además de la aborigen y la española. Pues resulta y viene a ser que justamente en ese escenario, en donde se erigieron las primeras construcciones de la denominada “sociedad civilizada” en el nuevo mundo, también toma partido un proceso de mezcla muy en boga en nuestros días, ya que la mano de obra era esclava y en ese momento los esclavos no eran otros que los negros africanos.

En principio tal vez no, pero es un hecho que desde el momento mismo en que España inició las negociaciones con Francia en torno a la Española, los esclavos ya se asumían como elementos para llevar a cabo una serie de planes, entre ellos: la creación de una “nueva civilización” en la que encuentran espacio las primeras construcciones de carácter religioso y militar de la época. La primera, no es otra que la Catedral Primada de América y, la segunda: La Fortaleza Ozama.

De manera que entre esos muros no solo se recoge una serie de estilos que exaltan la riqueza cultural de occidente, esta vez en las nuevas tierras conquistadas, sino que además, encierran un sin número de historias dormidas que esperan ser escuchadas por almas nobles, sobre cómo a través del esfuerzo de unos cuantos, hoy podemos disfrutar de magníficas construcciones. A propósito de “recuerdos de una visita guiada” estas líneas fueron inspiradas por la tradición oral, la misma que ha servido para rescatar grandes acontecimientos en la historia de la humanidad.

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En ocasiones solemos lamentarnos porque muchas cosas no están bien, sin embargo, pasa además, que hacemos de los lamentos un recitativo y sin darnos cuenta, poco a poco, se convierten como decimos en el argot popular: “en pan nuestro de cada día”. Así, nos olvidamos de que existen una serie de espacios maravillosos que pueden ser disfrutados sin el menor esfuerzo.

Pasa también que por hacer uso del llamado “tráfico de influencias”, nos perdemos detalles de nuestra realidad social. Por ejemplo, nos ha pasado que al visitar la Catedral Primada de América, las veces que hemos asistido para captar con especial interés los complementos de su arquitectura y de los objetos que la integran, nos hemos percatado que muchos locales pasan desapercibido que existe todo un concepto museístico en relación a este recinto religioso cuyas paredes están cargadas de arte e historia.

Entonces, a sabiendas de la riqueza cultural que posee nuestra ciudad, hace días nos entraron unas ganas inmensas por recorrerla. Recordamos habernos detenido por varios minutos frente a la gigantesca e imponente estatua de Fray Antón de Montesinos, todo ello nos permitió echar una mirada al pasado lo que nos hizo reparar en un pequeño detalle: “los conflictos ideológicos siempre han existido, al igual que los intereses”.

Claro que, la postura alcanzada tanto por Fray Antón de Montesinos como por Fray Bartolomé de las Casas, dio paso a un estudio detallado sobre el real problema de la explotación humana. Pero ahora que lo sacamos a colocación, nos permite reconocer la realidad de ese momento, pues en el cruce de etnias entre locales y foráneos se constituyó como hemos dicho otras tantas veces el dominicano contemporáneo.

Todo este proceso nos ha legado una riqueza cultural que no hemos sabido aprovechar, pues a pesar de que lo afro está latente en nuestra cultura, la más de las veces procuramos no reconocer este elemento tan esencial y tan evidente entre nosotros, presente desde la música hasta la propia pintura. Continuará.

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