La vida es una y corta, no debiéramos perdernos la mínima oportunidad para disfrutarla de manera positiva. Solía arruinar buenos momentos, por mi propensión a ver el vaso medio vacío antes que medio lleno. Así, bastaba con que alguna situación de mi entorno -financiera, familiar, personal- no fuera de mi entera y perfeccionista satisfacción, para amargarme durante ocasiones especiales, dígase Navidad, Día de las Madres u otras. Aunque me lamento del tiempo perdido, inmersa en esas erróneas actitudes, ahora me complace haber madurado y hecho consciencia, hasta cambiar mi enfoque. He forjado la convicción de que no necesitamos más de lo que tenemos para ser felices, sino la capacidad para valorar adecuadamente aquello que tenemos. l

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