En la licenciatura en Historia del Arte de la Universidad de La Habana se estila escoger el tema de investigación desde el segundo año de la carrera, por tal motivo, es menester tener claro qué nos motiva y cuáles son nuestros intereses.
En nuestro caso, es preciso resaltar que los conocimientos sobre arte no eran los más íntegros, puesto que nuestra formación pre-universitaria para nada se comparaba con la de los compañeros cubanos, quienes desde un primer momento contaban con nociones básicas del arte universal.
Claro que, no es menos cierto que la educación en la República Dominicana ha dado un paso de avance, pero es necesario que exista un equilibrio para que el saber llegue en igual condición tanto al que vive en la zona urbana como en la rural.
Sin embargo, nuestro interés no es propiamente reflejar que en un momento fuimos los menos aventajados en la especialidad que hoy ostentamos, sino más bien cómo, a pesar de nuestra ignorancia, la sensibilidad nos condujo por el camino de la obra de Clara Ledesma para que fuese nuestro tema objeto de estudio, artista nacida un 05 de marzo de 1924.
Así, con el tiempo, en la medida en que nos enfrentábamos a cada pieza de la Ledesma, nuestra atención se fijaba en elementos que de una u otra forma nos hacían interesarnos más y más por su producción artística. Entonces, para abordar su obra, era necesaria una periodización del arte nacional, la que logramos armar más adelante y a través de la cual confirmamos que la historia del arte dominicano, como bien hemos señalado en otras entregas, está dada más por la crítica que por la investigación.
Pero además, es que de nuestros artistas, por lo regular, no se realizan monografías, sino críticas especializadas a las que acompaña la más de las veces un conjunto de obras que, en buena medida, aparecen ordenadas, fundamentalmente, o de forma cronológica o temática.
Existe un amplio cuerpo de publicaciones que recogen la producción visual de muchos creadores, pero insistimos, sigue haciendo falta la investigación. Continuará.
