Reflexiones cándidas y paradójicas, de Leopoldo Franco

Una preocupación parecida a la que hace 90 años llevó al filósofo español José Ortega y Gasset a escribir su obra La Rebelión de las Masas es la que se descubre como una constante en las páginas del libro Más Reflexiones Cándidas, Algunas…

Una preocupación parecida a la que hace 90 años llevó al filósofo español José Ortega y Gasset a escribir su obra La Rebelión de las Masas es la que se descubre como una constante en las páginas del libro Más Reflexiones Cándidas, Algunas Paradójicas, del escritor y arquitecto Leopoldo Franco, una especie de grito de alerta a la sociedad contemporánea, sumergida según la describe, en la banalidad, el desprecio al civismo y la infravaloración de la vida humana.

De haber vivido hoy, el intelectual ibérico habría observado el clímax de lo que empezó a percibir en Occidente: la estructura psicológica del hombre-masa, que el autor dominicano logra auscultar en la muchedumbre que invade las redes de Internet para construir un mundo de todos estrellas, mientras se pierden lo que define como “códigos sociales heredados” y la gente renuncia al hábito refrescante de una amena conversación cara a cara.

Esto explica el ambiente propicio para delincuentes, vividores y “chapeadoras” en que ha devenido República Dominicana, con sus secuelas malignas.

Nacido en Santiago de los Caballeros en noviembre de 1940, con estudios de arquitectura en Roma, Franco lamenta que el contenido que se publica en redes y medios “nos hace parecer como que el dinero y la riqueza vienen a ser una finalidad y no un medio puramente instrumental para nuestra existencia”.

Para el año en que nace el escritor santiaguero, el ensayo del madrileño, con “Prólogo para franceses” y “Epílogo para ingleses”, se leía con fruición en Europa y América. Ambos coinciden en su crítica a la vida fácil y la moral relativa. Franco llama a sus conciudadanos, especialmente a padres y maestros, a reencontrarse con la vida socialmente saludable.

“¿Nos vamos a quedar de brazos cruzados?”, pregunta el autor. Y él mismo se responde: “Por cuanto a mí se refiere, definitivamente, no me quedaré pasivo”. Ojalá que el lector tampoco.

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