Responsabilidades ambientales de la minería

Durante las últimas dos décadas hemos visto ácidos enfrentamientos entre la comunidad ambiental encargada de velar por el cuidado y la conservación de la calidad de recursos naturales tan vitales como el agua, y la comunidad minera encargada de…

Durante las últimas dos décadas hemos visto ácidos enfrentamientos entre la comunidad ambiental encargada de velar por el cuidado y la conservación de la calidad de recursos naturales tan vitales como el agua, y la comunidad minera encargada de producir los combustibles y los minerales que son tan necesarios para el desarrollo de la sociedad de ayer, de la sociedad de hoy, y de la sociedad de mañana, y sin los cuales el mundo nunca habría llegado a ser lo que realmente es, y de los cuales nadie, absolutamente nadie, puede prescindir, pues combustibles y minerales cada día son más necesarios para el funcionamiento de todo a nuestro alrededor.

De ahí que si cuidar la calidad de las aguas es fundamental para que la vida pueda continuar, y si la minería es fundamental para producir los combustibles fósiles para la cocción de nuestros alimentos, para el transporte, y para nuestra energía eléctrica; y si esa misma minería produce los metales para nuestros refrigeradores, estufas, vehículos, teléfonos, televisores; produce las gravas, arenas, aceros y cementos para construir nuestras escuelas, hospitales, viviendas, represas para almacenar agua, carreteras, calles y avenidas; y produce minerales no metálicos que sirven de bases químicas para muchos de nuestros medicamentos, entonces lo correcto sería que los mineros escuchen las válidas observaciones de ambientalistas en procura de cuidar el medio ambiente, y los ambientalistas escuchen y reconozcan la importancia de la minería para el mundo de hoy y de mañana.

Y es que el mundo de hoy ya no puede vivir de espaldas al cuidado del medio ambiente, pero principalmente no puede vivir de espaldas al cuidado de las aguas, aunque al mismo tiempo el mundo de hoy y el de mañana no pueden vivir sin los elementos metálicos y no metálicos que garantizan la normalidad de nuestras vidas, lo que implica que tan importante es el cuidado del medio ambiente como el desarrollo de las actividades mineras que en gran medida contribuyen a cuidar el ambiente aportando combustibles que evitan la deforestación, lo que plantea un necesario diálogo entre ambientalistas, mineros y autoridades, de forma tal que la minería de hoy sea totalmente distinta a la minería contaminadora de ayer, y que el discurso ambiental de hoy sea más moderado que el discurso de ayer, sin que ello implique ceder en los propósitos, pues el propósito principal es que todas las actividades productivas se acojan a nuevos estilos donde la protección ambiental sea primordial.
Ningún minero debe negar los graves errores ambientales cometidos por la minería, ni debe decir que las críticas contra la minería son un invento de ambientalistas fundamentalistas, pues en realidad las empresas mineras priorizaron la producción de minerales y de riquezas en perjuicio del entorno ambiental; como tampoco ningún ambientalista debe negar que en muchas denuncias contra la minería hubo distorsiones, desinformaciones e innecesarias exageraciones que nunca debieron producirse porque restaron mucha credibilidad a las luchas ambientales, pues toda crítica u objeción a la producción minera debe cimentarse en la verdad científica y en los textos legales; pero nunca en argumentos pasionales, ni mucho menos en descalificaciones personales, porque quien niega y descalifica la verdad termina estrellado contra la sólida roca de la realidad.

El hecho de que muchos mineros fueran sordos ante tempranas advertencias para que corrigieran las causas de sus emisiones contaminantes, motivó que gran parte de la sociedad se sensibilizara frente a las válidas denuncias de ambientalistas de alto nivel académico, y de mucha responsabilidad ambiental y social, y ello motivó que el discurso anti minero creciera tanto que ya muchas comunidades no quieren que les hablen de minería, aunque su vida diaria depende de la minería, obligando a las empresas mineras a tener que redefinir muchos criterios operacionales para demostrar que asumen sus responsabilidades ambientales y sociales.

La minería está obligada a cambiar esquemas para que nueva vez sea aceptada por la sociedad, no como aparenta ser: una enemiga del ambiente, sino como lo que realmente es: una aliada del ambiente y del desarrollo de la sociedad, pues la suma de sus errores es muy inferior a la suma de sus grandes aportes, aunque los grandes aportes mineros nunca deben ser justificación para errores de contaminación de gran dimensión. 

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