¿Cómo lograr que todas estas resoluciones de desahogo financiero no se queden en el papel?
– Si quieres organizarte, lo primero es saber cuánto gastas, en qué lo gastas y cuánto percibes. Toma lápiz y papel y apunta los gastos mensuales, tanto los fijos (luz, cable, alquiler, etc.) como los variables (entretenimiento, ropa, etc.). Si no sabes cuáles son tus gastos variables, anota los mismos por dos meses.
– Siguiente paso: suma tus ingresos mensuales. Esto te dará una idea de tu situación actual y te permitirá trabajar un presupuesto. Así te darás cuenta hacia dónde se está yendo tu dinero todos los meses y te permitirá tomar las medidas necesarias para controlar los gastos.
– Una vez identificados nuestros desembolsos podemos empezar a priorizar: cuáles son los necesarios y cuáles los prescindibles. Es bueno saber diferenciar las cosas que queremos de aquellas que necesitamos.
– Separemos los gastos fijos de las deudas (tarjeta de crédito, préstamos, hipotecas, etc.). Esto nos dará una idea más clara de cuánto debemos.
– Los gastos que no pagamos de forma mensual se pueden fraccionar e incluir lo correspondiente a los gastos mensuales. Por ejemplo, si pagamos el seguro del vehículo en dos partidas incluimos 1/6 de lo que se pagará en el presupuesto mensual, así al momento de realizar el desembolso, ya tendremos el monto completo.
– Incluir dentro de los gastos fijos el ahorro. Asignar una cuota mensual que irá destinada a este fondo. Lo sugerido es el 10% de los ingresos; si no se puede esta cantidad, ajústala, ¡pero ahorra!
Para que el presupuesto funcione:
* Revísalo periódicamente y ten claro que los valores que anotamos pueden variar.
* Acostúmbrate a que los ahorros sean parte de tus gastos fijos.
* Usa efectivo en el día a día. Te ayudará a tener mayor control de lo que tienes, previniendo compras innecesarias e impulsivas.
* Anota las fechas de corte de los servicios para evitar los pagos por recargos.
* Registra los recibos y las facturas mes por mes.
