En cualquier país civilizado, aún sea medianamente, el(los) dirigente(s) político(s) que se presta(n) a promover, dirigir y encabezar un asalto vandálico y violento como el que tuvo lugar el domingo contra la Casa Nacional del PRD, lo menos que debe(n) hacer en desagravio a la colectividad, es dejar para siempre la actividad político-partidaria e irse al retiro con la vergüenza a cuesta, si es que la tiene(n), para que desde el más bajo perfil jamás siquiera se recuerde(n) su(s) nombre(s) cuando de liderazgo político se hable. Aquí, por lo menos en esa materia, parece que vivimos en otra latitud, y ese(os) tipejo(s) de “líder(es)” se ufana(n) con orgullo de patrocinar las acciones violentas e incivilizadas de esas bandas (igualitas, igualitas, igualitas a la “banda colorá”, cuyos desmanes el país todo recuerda y este(os) dirigente(s) ha(n) criticado tanto). Por eso es que después lo(s) envían al zafacón de la historia -¡o al retrete, mejor!- y sus descendientes se atreven a preguntar por qué. Hasta en muchos de sus propios seguidores se nota el bochorno que estos acontecimientos les producen. ¡Siiinveeerguuueeenzaaa(s)…!
Reconversos
Todas las evidencias recogidas señalan a reconversos, exsociedad civil, como responsables de la bellaquería que implica dedicar tiempo, esfuerzos y ¿creatividad? para remover, y hasta acotejar, expedientes que conducirían a llevar ante los tribunales a políticos de organizaciones aliadas al PLD que ejercen y/o han ejercido funciones públicas. En esa tarea, que dizque responde a la ejecución de “estrategias” para mejorar el posicionamiento de la presente gestión, siguiendo la ruta que señalan “análisis” y líneas de planificación y marketing público (¡zooom!, pasó el cohete), actuarían, además, otros reconversos, ya no solamente de la sociedad civil, sino de los que se la pasan recordando su pasado de izquierda que alegan no les ha sido reconocido adecuadamente. ¡Ay mamacita…!
