Retroceso exportador 2013

En días recientes, una rápida pérdida de reservas internacionales del Banco Central y una devaluación del peso más acelerada de lo usual generaron preocupaciones en algunos sectores de opinión. Sin embargo, el hecho no debía sorprender demasiado,&#

En días recientes, una rápida pérdida de reservas internacionales del Banco Central y una devaluación del peso más acelerada de lo usual generaron preocupaciones en algunos sectores de opinión. Sin embargo, el hecho no debía sorprender demasiado, por varias razones.

Primero, porque como ya se ha argumentado, la pérdida de reservas es un fenómeno recurrente a inicios de cada año, de la misma manera en que éstas se tienden a incrementar a fines de cada año.

Segundo, porque otras economías en desarrollo se están enfrentando a presiones similares sobre el mercado cambiario, a medida que el rendimiento del dinero en los Estados Unidos sube, y los capitales salen y retornan a ese mercado.  En varias de las economías en desarrollo más grandes, las autoridades monetarias han incrementado sus tasas de interés de manera dramática para contener la fuga y amortiguar el golpe.

Pero la discusión ha esquivado el fondo del asunto, y éste es la profunda debilidad exportadora y de generación de divisas del país. Se trata de una economía que se ve forzada cada año a pedir prestado mucho dinero en el exterior, no sólo porque la recolección de impuestos es insuficiente para pagar los gastos públicos, sino porque su aparato productivo y la economía en general no son capaces de vender en el mercado internacional lo suficiente como para asegurar un flujo de divisas que garantice un abastecimiento en el mercado para satisfacer la demanda de importaciones.

En la medida en que esto no cambie, la fragilidad cambiaria permanecerá y no deberán sorprender las continuas presiones cambiarias y devaluatorias.

Tampoco debería sorprender que, dado que el Banco Central tiene una política más rígida de lo necesario de defensa de la tasa de cambio (aunque no lo reconozca), este responda de forma permanente vendiendo reservas y aumentando las tasas de interés.

Los indicadores más recientes del desempeño de las exportaciones de bienes y servicios de 2013 ilustran esta situación y revelan que, excluyendo las mineras, el desempeño exportador no sólo sigue estancado, lo que viene sucediendo desde hace más de una década, sino que retrocedió.

Durante el año que recién concluyó, el valor de las exportaciones totales de bienes y servicios creció desde US$ 14.8 mil millones en 2012 hasta US$ 15.7 mil millones en 2013, un incremento de algo menos de mil millones de dólares equivalente a 5.7%.  Sin embargo, cuando éstas se desagregan, se advierte que casi todo el incremento se debió al aumento de las exportaciones de oro del proyecto Barrick-Pueblo Viejo.  De hecho, si descontamos éstas, el resto de las exportaciones cayeron en más de 5%. Pasaron desde casi US$ 8,900 millones hasta US$ 8,440 millones, una reducción de US$ 454 millones.

La desagregación de las exportaciones separando el efecto de la minería es relevante para esta discusión, en parte porque se trata de una actividad cuyos ingresos netos de divisas, luego de realizada la inversión, son bajos. Se limitan a pagar el costo de operación de la mina y las contribuciones contractuales al Estado.

Por fortuna, si bien modestamente, el turismo mantuvo un ritmo de crecimiento positivo, contribuyendo a incrementar las exportaciones de servicios en US$ 324 millones o 5.6% en 2013 respecto a 2012.

Estados Unidos, nuestro principal mercado de exportación, reportó que las exportaciones totales de República Dominicana a ese país cayeron en casi US$ 100 millones en 2013. Aunque productos como aparatos y dispositivos médicos, productos electrónicos, prendas y calzados procesados en las zonas francas, así como el tabaco, aumentaron sus exportaciones, otros como joyas, azúcar y cacao se redujeron sensiblemente.

El resultado es que los principales indicadores de comercio retrocedieron. La participación de las exportaciones no mineras de bienes en el PIB bajó desde 15.4% hasta 14.1%; en 2005 era de 18%. Si se incluye al turismo, igualmente retrocedió. De la misma forma, las exportaciones no mineras per cápita cayeron en 8%, las reales (descontando el efecto de la inflación) de bienes cayeron en más de 4%, y las reales per cápita de bienes y servicios (incluyendo turismo) se redujeron en algo menos de un 1%.

No se deber seguir indefinidamente atacando los síntomas. Hay que enfrentar la enfermedad de un aparato productivo que no da la talla. l

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