Rumores digitales

Las redes sociales se han convertido en poco tiempo en el medio de comunicación por excelencia. Han hecho de nuestro mundo ya no solo una aldea global, sino que nos permite tener información actualizada al momento.Mediante las mismas…

Las redes sociales se han convertido en poco tiempo en el medio de comunicación por excelencia. Han hecho de nuestro mundo ya no solo una aldea global, sino que nos permite tener información actualizada al momento.

Mediante las mismas tenemos acceso a las noticias más recientes, a información sobre temas económicos, de salud, de política, de educación, de deportes, de arte y de una lista interminable de otros asuntos. También podemos recibir consejos y asesorías, enterarnos de cómo piensan y actúan figuras de relieve tanto del ámbito nacional como internacional, entre otras muchas posibilidades.

Sin embargo, así como muchas personas hacen uso de las redes con responsabilidad y rectas intenciones, hay otras tantas, puestas al servicio de oscuras intenciones, que hacen uso de su enorme potencial de difusión para poner a circular rumores inciertos y malintencionados.

No hace mucho tiempo atrás alguien  creó una cuenta de Twitter con mi nombre, la cual se cerró prontamente gracias a la intervención de las autoridades.
Igualmente, un joven estudiante abrió una página de Facebook para difamar al colegio al que asistía. Creo que todos conocemos algún caso como estos.

La semana pasada se difundió por las redes que el jefe de la Policía y el presidente de la Dirección Nacional de Control de Drogas habían sido sustituidos por el señor Presidente de la Repúblicas.  Tal fue el alcance de la información que medios radiales y portales digitales de comunicación escrita serios repitieron la misma, teniendo luego que retractarse. Otros fueron más cuidadosos y más profesionales y esperaron a que la noticia, de ser cierta, fuera dada a conocer por la Dirección de Prensa del Palacio Nacional.

Este hecho deja una lección clara a los comunicadores y a los medios que no deseen perder la credibilidad. No es buena práctica adelantarse a ofrecer primicias sobre información que no ha sido verificada antes.

También nos deja una preocupación. ¿Qué interés pueden tener determinadas personas o grupos en crear dudas sobre dos oficiales serios y capaces? ¿Por qué tratar de confundir a la opinión pública respecto a las actuaciones de oficiales que por demás han ejercido sus difíciles funciones con profesionalidad y valentía y que han obtenido reconocimiento tanto en el país como internacionalmente.

Afortunadamente, tanto el ministro de las Fuerzas Armadas como el Presidente de la República desmintieron rápidamente los rumores.

Evitemos ser parte de tramas fabuladas por entidades con intereses y propósitos distorsionados e insospechados que no tienen reparos en manchar reputaciones y que en nada contribuyen al bien común.

Aprovechemos las ventajas de los nuevos medios, pero seamos voceros de la verdad y apoyemos las causas justas que no tienen otro objetivo que hacer aportes constructivos a los usuarios de los medios y al país.

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