Sacar el tigueraje

Tenía que ocurrir un hecho grande, una tragedia, para que la degradación del ejercicio de la política fuese percibida, aún sea pasajeramente por quienes tienen responsabilidades en las jefaturas de los partidos.

Tenía que ocurrir un hecho grande, una tragedia, para que la degradación del ejercicio de la política fuese percibida, aún sea pasajeramente por quienes tienen responsabilidades en las jefaturas de los partidos.El desmadre en que ha caído el agitado mar de las ambiciones, tiene que inducir a la toma de decisiones. En la tradición criolla, “después de las elecciones”.
La situación no tiene que ser caracterizada. Demasiado manifiesta para que se vea lo que pasa. No es sólo la violencia, sino qué se hace para quedarse con un puesto de elección popular.

Nadie se ruboriza si escucha decir por ahí que difícilmente una gente que se respete se inclinaría a aceptar una candidatura de un partido político. Eso no significa que gente buena no lo haga, porque la verdad es que no todo el que está en ese mundo está descalificado. Hay aspirantes honorables.

Pero la cuestión es que atreverse a participar en una competencia electoral implica aceptar demasiados riesgos, incluido el riesgo de la integridad física, sin considerar el económico. Lo que se dice es que hasta para optar por una regiduría de un distrito municipal hay que gastar cualquier suma de dinero.

Por eso, cuando una persona sensata comenta que le han ofrecido una candidatura, el interlocutor rápidamente reacciona: -¡Pero tú estás loco! ¡Te vas a meter en eso!

Las decisiones en los partidos hace tiempo que no se toman por mayorías, las normas partidarias se violan y las leyes electorales se flexibilizan. Los conflictos no se administran en atención a cierto orden y por eso se dirimen por la fuerza.
Hace falta revisar toda esa situación. Pero será muy difícil que los jefes en plena campaña se detengan a discutir semejante pendejada. Eso será después de las elecciones, y así, hasta nunca.

El ejercicio de la política no puede seguir por ese sendero. Tiene que producirse un alto. El tigueraje no puede continuar decidiendo por las mayorías. Los partidos no se pueden dejar dominar por los audaces que no respetan nada, ni siquiera la vida de las personas.

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