El Salvador se entrega a los preparativos para la beatificación de monseñor Romero

Con la afirmación del Papa Francisco de que el arzobispo salvadoreño Oscar Romero murió asesinado en 1980, víctima del odio a su fe católica, y la aprobación de un decreto con la declaración de martirio, se sientan las bases para su beatificación&

Con la afirmación del Papa Francisco de que el arzobispo salvadoreño Oscar Romero murió asesinado en 1980, víctima del odio a su fe católica, y la aprobación de un decreto con la declaración de martirio, se sientan las bases para su beatificación y en El Salvador ya empezaron los preparativos para la celebración.

Francisco aprobó el decreto en honor a uno de los héroes cristianos de Latinoamérica en una reunión con el titular de la Congregación para las Causas de los Santos.

Romero, el arzobispo de San Salvador, fue asesinado a tiros por un escuadrón de la muerte de extrema derecha el 24 de marzo de 1980, cuando daba misa en la capilla de un hospital.

Defensor de los derechos humanos, Romero se había pronunciado contra la represión del ejército salvadoreño al comienzo de la guerra civil de 1980-1992 entre el gobierno de derecha y rebeldes izquierdistas.

Pero ahora que el Papa Francisco lo ha declarado mártir de la fe, los mismos sectores que fueron sus más duros detractores y crearon un ambiente adverso que culminó con su muerte lo elogian como un luchador social y prometen construirle un monumento en el centro de la capital si ganan las elecciones.

La causa de santidad de Romero quedó interrumpida en el Vaticano durante años, principalmente debido a la oposición de eclesiásticos latinoamericanos conservadores que temían que su supuesta asociación con la teología de la liberación envalentonaría a quienes apoyaban el movimiento según el cual las enseñanzas de Jesús requieren que los católicos luchen por la justicia social y económica.

Durante el mandato del entonces cardenal Joseph Ratzinger, la Congregación para la Doctrina de la Fe había lanzado una ofensiva contra la teología de la liberación temiendo lo que consideraban sus excesos marxistas.

Francisco no fue adherente a la teología de la liberación cuando era arzobispo en Argentina, pero sus simpatías —preocupación por los pobres, los marginados y la justicia social— han coincidido en gran medida con las de Romero, quien al igual que Francisco era íntimamente conservador.

Celebran con júbilo y repicar de campanas

Católicos y laicos de El Salvador celebraron que el papa Francisco aprobó una declaración de martirio que allana el camino a su beatificación.

Como una muestra de júbilo, a las 6 de la tarde del martes, tras conocer la noticia, las campanas de todas las parroquias del país repicaron sin cesar, mientras cientos de feligreses se congregaron en la catedral metropolitana de la capital para unirse al regocijo de los católicos salvadoreños.

“Nos hemos desayunado con esta grata noticia del papa Francisco anunciando que reconoce ya oficialmente el martirio de monseñor Romero y declarándolo beato”, dijo a la AP monseñor Rafael Urrutia, encargado de promover la causa de beatificación del prelado. “Dios está pasando de nuevo por El Salvador con esta noticia que es una invitación a la reconciliación de la paz, a la solidaridad fraterna”.

Urrutia explicó que el arzobispo capitalino José Luis Escobar Alas se encuentra en Roma y que a su regreso se definirá la fecha de beatificación oficial en un acto litúrgico que se realizará en El Salvador y en el que estará presente un enviado del pontífice. La Iglesia comenzó los preparativos para el acto oficial.

Bloqueado por prudencia

En el verano, Francisco dijo que el caso de Romero “fue bloqueado por prudencia” por la Congregación, pero que había sido “desbloqueado” ahora que no hay más preocupaciones doctrinales. Por cierto, los partidarios de Romero dicen que nunca hubo cuestiones doctrinales y que el bloqueo se debió puramente a políticas eclesiales en la Iglesia latinoamericana, que estuvo dividida entre derecha e izquierda en los años de las dictaduras militares derechistas en el continente.

La decisión de beatificar a Romero “es una invitación a la paz, reconciliación y solidaridad fraternal”, dijo monseñor Rafael Urrutia, vicecanciller de la conferencia de obispos salvadoreños. “Creemos que esta no es una victoria para monseñor Romero ni para la Iglesia católica, sino un indicio del amor de Dios a su pueblo”.

No se ha fijado fecha para la beatificación. Francisco ha descartado prácticamente celebrarla personalmente y hace poco explicó que corresponde conjuntamente al prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, cardenal Angelo Amato, y al prelado que durante décadas promovió la causa de Romero, monseñor Vincenzo Paglia, decidir quién merece el honor.

Dudas sobre los motivos de su muerte

El proceso de beatificación de Romero se vio demorado por interrogantes acerca de si había muerto por su fe o por cuestiones políticas, dado su apoyo expreso a los pobres. El decreto firmado el martes por Francisco dejó en claro que Romero murió como mártir por el odio de los asesinos a su fe.

El pontífice manifestó, durante una conferencia de prensa en un viaje papal, su deseo de que los teólogos estudien si alguien que muere por “cumplir con el trabajo para el prójimo que ordena Jesús” puede ser considerado también mártir.

Roberto Morozzo della Rocca, un historiador en Roma que colaboró con Paglia en la causa de Romero, supuso que la Congregación para la Causa de los Santos determinó que las circunstancias de la muerte de Romero pusieron en evidencia que murió por odio a la fe, aunque los asesinos fueran católicos.

“Fue muerto en el altar, en una iglesia donde celebraba la misa”, dijo en una entrevista telefónica. “No murió conduciendo un automóvil, o en la peluquería, o en la playa, donde le gustaba ir por las mañanas. Murió en una iglesia, que es sumamente simbólica para un sacerdote”.

Morzzo della Rocca afirmó que el mensaje de Romero enfureció a la elite política de El Salvador —que era nominalmente católica— pero no porque el prelado expresara un mensaje político. “Él hablaba sobre el pecado, el mal, la conversión”, afirmó el autor del libro del 2005 “Primero Dios: la vida de Oscar Romero”. “El no veía los problemas sociales desde un punto de vista político sino desde una visión cristiana, bíblica”.

Un día antes de ser asesinado a tiros, había exhortado a los militares a poner fin a sus tácticas represivas.

Postulador desveló las dificultades para beatificarlo

Vicenzo Paglia, el postulador de la causa para la beatificación del arzobispo de San Salvador Oscar Arnulfo Romero, asesinado el 24 de marzo de 1980, relató las dificultades y los “fuertes prejuicios” que se presentaron durante el proceso.

El postulador intervino en una rueda de prensa en el Vaticano después de que el papa Francisco aprobase el martes, el decreto en el que se reconocía el “martirio” de Romero “in odium fidei”, es decir, que fue asesinado por “odio a la fe” y por el que no necesitará un milagro para ser beatificado.

Preguntado por los periodistas, Paglia explicó que durante años creció “una montaña” de cartas contra Romero que pesaron después en el proceso y que, “por desgracia no existía la contra información, o mejor dicho, la información verdadera” sobre su labor.

Durante los años en que Romero ejerció su ministerio “llegaban kilos de cartas contra él. Escribían que hacía política, que era un secuaz de la Teología de la Liberación. Romero decía que (esta) era la de Pablo VI. Le acusaban de problemas de carácter o de desequilibrios”, dijo Paglia.

Ha sido un proceso controvertido. Nuestra dificultad ha sido encontrar otra montaña de testimonios que finalmente alejaban estas acusaciones infundadas, a veces de buena fe, pero otras con mala conciencia”, reconoció.

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