Muchos de los jóvenes con talento para ser estrellas en las Grandes Ligas, esos que van camino a las Mayores, deben tomar apuntes para terminar de manera correcta y apropiada sus respectivas carreras.
¿Tan temprano, si apenas se inician en el negocio? Esa es una pregunta válida que encuentra respuesta. Sí, desde ahora. Y esa una responsabilidad que se extiende a los padres y los relacionados, el llamado círculo de confianza.
El mensaje es fuerte: no cierren su ciclo como peloteros con malas calificaciones, especialmente como personas.
Es una minoría de la humanidad que planifica a largo plazo. El estrellato no es para siempre y los grandes contratos no aseguran el respeto de muchos actores involucrados en el béisbol.
Mientras estén en el tope de su juego, todo se celebra o se soporta. Ese aporte en el terreno hace que las posibles maledicencias entren a una especie de habitación.
Con el paso del tiempo, van saliendo del cuarto los tantos momentos desagradables, dentro o fuera de las líneas de cal. Luego golpean en sentido contrario con igual o mayor intensidad, citando una de las leyes de Isaac Newton.
Abundan los ejemplos de quienes decidieron ser insoportables, tan insensibles con su entorno en ese período de dominio, que por más que parezca es momentáneo.
Lo que nadie olvida es el trato humano. Por eso hombres como Sammy Sosa, Miguel Tejada, David Ortiz, Mariano Rivera y Derek Jeter, entre muchos otros caballeros en uniforme, tienen su comida aparte a la hora de mencionar a los caballeros que han pasado en los últimos años por este negocio.
En ningún lado dice que para ser un caballo en el deporte hay que vestirse con el traje de la arrogancia o que es una patente para avasallar a todo el que se le cruce.
Evítenlo desde ahora, en sus primeros pasos. Sencillo: nadie olvida los golpes ni el cariño que recibe.
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