Secuela al artículo: “Preferimos no aprender”

Una publicación del New York Times del l de diciembre a la firma de David Kirpatrik da cuenta de un hecho que estremece, disgusta y desconcierta…

Una publicación del New York Times del l de diciembre a la firma de David Kirpatrik da cuenta de un hecho que estremece, disgusta y desconcierta a Occidente: Los islamistas de la Hermandad Musulmana han conseguido el 40% de los votos en las elecciones parlamentarias que se acaban de celebrar en Egipto.

La primera ronda de estas elecciones se celebró en los lugares de mayor tradición liberal y los considerados más pro occidentales de manera que la misma publicación del NYT advierte: a medida que las elecciones se efectúen al interior de las zonas rurales del país la participación de los islamistas aumentará todavía más.

Sin embargo, el dato más intimidatorio para Occidente de estas elecciones es que, además del 40% ganado por la Hermandad Musulmana, los salafistas que son islamistas aún más radicales y rigurosos en su interpretación del Corán y el estilo de vida “piadoso” que practican, obtuvieron alrededor de un 25%.

Es decir, en total, los islamistas radicales y los que no lo son se adueñaron del 65% de toda la votación.

Kirpatrik incurre en el mismo error que Basset y todos los demás analistas de medios, tanto así que no puedo evitar calificar dicho juicio de aberración: Transcribo un párrafo a manera de ilustración: “That victory came at the expense of the liberal parties and youth activists who set off the revolution, affirming their fears that they would be unable to compete with Islamists who emerged from the Mubarak years organized and with an established following.

Poorly organized and internally divided, the liberal parties could not compete with Islamists disciplined by decades as the sole opposition to Mr. Mubarak. “We were washed out,” said Shady el-Ghazaly Harb, one of the most politically active of the group”. La traducción de la primera parte del párrafo es como sigue: “Esta victoria se produce a expensas de los partidos liberales y los jóvenes activistas quienes desataron la revolución confirmando sus temores de que resulten incapaces de competir con los islamistas quienes resurgen de los años de Mubarak con una masa de seguidores”.

Pero, señoras y señores, ¿quién le ha dicho a esta gente que fueron los liberales y esos jóvenes quienes desataron la revolución? Es que llegan a creerse su propia propaganda. Los islamistas nunca dejaron de luchar contra la dictadura de Mubarak ni contra la occidentalización de Egipto que a fin de cuentas fue la causa de sus tribulaciones históricas.

Occidente ha querido creer, y así lo ha difundido, que las grandes revueltas árabes eran “democráticas” a lo occidental. No fue así. No podía haber sido así y no entiendo por qué carajo no acaban de entender que Occidente no tiene nada que ofrecerle a este mundo; que ya le dimos todo lo que pudimos y es justamente contra ese dar de nosotros que se rebelan.

¿Por qué es tan difícil entenderlo? Nosotros en tiempos de la colonización inglesa o francesa de la región despojamos a esta gente de su identidad cultural, descuartizamos sus instituciones, sus tradiciones y sus creencias.

Cuando la independencia política formal sustituyó a la colonia, nos ocupamos de venderles todo lo que no necesitaban pero que a nosotros nos hacía felices.

Desorganizamos su mundo, subvertimos sus costumbres, los forzamos entre seducción y presiones aparecerse a nosotros y es contra ese pasado que se rebelan y para sobrevivir cuando nosotros los oprimíamos, para preservar lo que quedaba de su Antigua identidad acudieron al único recurso que pensaron podía salvarlos: el islam y allí descubrieron la grandeza de su pasado y el vigor de la única identidad que los representa. Pero nosotros no queremos entender y menos aún aceptarlo.

La segunda parte del párrafo citado dice: “Pobremente organizados e internamente divididos los partidos liberales no pudieron competir con islamistas disciplinados durante décadas como la única oposición a Mubarak. “Nos barrieron” dice Shady al Ghazaly Harb uno de los más activos políticamente del grupo”. ¿Y qué te esperabas? Que los egipcios iban a sucumbir ante los sacos oscuros y las corbatas y los modales de los liberales europeizados? Pues claro que no.

Las armas de Occidente, las sanciones, las amenazas, los boicots y todo eso podrían terminar poniendo en el trono de cada uno de estos países a gente como las que queremos, pero de ninguna otra manera sería posible.
En Mesa Redonda un espacio de la televisión cubana, la edición del 29 de noviembre, un día antes de la publicación del NYT citada, se analizaba la situación en Siria y en Irán.

El analista cubano identificaba a los salafistas como conservadores reaccionarios, aliados de la monarquía saudita y por vía de consecuencias, fuerza al servicio de los Estados Unidos e Israel. Esta interpretación es tan absurda como la de Kirpatrick, la de Basset y todos los demás.

Quien o quienes propugnen un estilo de vida sobrio y un estricto apego a las enseñanzas del profeta están atentando contra el consumo, contra la industria del entretenimiento, la TV, los bares, hoteles, músicos, deportes etc. ¿Cómo puede esto favorecer al imperialismo o siquiera al capitalismo?

Quienes desprecian el lujo y claman en contra de las desigualdades sociales por una vida piadosa ¿cómo pueden ser etiquetados de esta manera?

No entendemos ni queremos entender. Esta gente abraza un Dios que no es nuestro Dios: condenadlos. Esta gente se toma en serio sus escrituras que no son nuestras escrituras: condenadlos. Esta gente tiene ante la vida y la muerte una actitud distinta a la de nosotros: condenadlos. Esta gente no nos agrede ni le importa un pepino lo que somos sino que solamente reaccionan frente a lo que les hacemos: condenadlos.

Esta gente tiene una religión que es un código de derecho civil y un código de derecho penal que funcionan diferente a todo lo que tenemos nosotros: condenadlos. Esta gente cree en lo que son mientras nosotros creemos en lo que queremos tener: son peligrosos, extraños, incomprensibles, destruidlos. ¿Podremos hacerlo?

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas