Desde el 15 de mayo en varios de los municipios donde se produjo un cambio de la principal autoridad, se confrontan problemas de acumulación de basura. Por fortuna, en el Distrito Nacional no hemos llegado a extremo.
Donde resulta más visible es en San Cristóbal, Santo Domingo Este, Santo Domingo Norte y Santiago. Es un problema que lo vemos repetir, no necesariamente a causa de transición alguna, sino de manera recurrente.
El manejo adecuado de la basura sigue siendo un problema en el país, cuando en la mayoría de las naciones es una oportunidad, ya como materia reciclable, rescatando de la misma lo inmediatamente útil y madurando en destino la materia orgánica que a la postre puede ser abono, sin considerar los gases que destila y que se utilizan como combustible.
Pero en República Dominicana muy pocos municipios han aprendido a manejar correctamente la basura, o al menos, a llevarla con un mínimo de cuidado posible a un destino final.
Y es lamentable, no sólo que se repita el hecho, sino que sea objeto de discusión pública. Una vez más.
La basura acumulada en las calles es un atentado permanente contra la salud pública. Lo advierte el Ministerio de Salud, lo sabemos todos, y lo sufre la población. Más ahora, en tiempos de alta pluviometría.
En la basura se anidan toda clase de alimañas, insectos que son propagadores de enfermedades contagiosas, que dañan a la población: zika, dengue, leptospirosis, chikungunya, etc.
El caso de Santiago es el más escandaloso, porque mientras se acumula la basura en sus calles, a un regidor se le ocurre presentar un proyecto de aumento salarial, prácticamente la duplicación de los salarios del alcalde y los ediles. Totalmente inexplicable, porque se supone que todos, o una buena parte, dejarán esas funciones el 16 de agosto.
La verdad, cansa esto de la basura. Hastía, pero igual cansan los malos gerentes que no entienden que al menos deben hacerlo bien cuando ya se van.
Es lo de siempre.
