Sin saltar las etapas

En los últimos años es común ver cómo niños y, sobre todo, niñas de muy corta edad se visten, bailan, hablan y actúan en sentido general como adultos. No me refiero a expresarse con fluidez y de manera correcta. Eso no. Eso es excelente. Que…

En los últimos años es común ver cómo niños y, sobre todo, niñas de muy corta edad se visten, bailan, hablan y actúan en sentido general como adultos. No me refiero a expresarse con fluidez y de manera correcta. Eso no. Eso es excelente. Que los adultos nos empeñemos en hablarles a los chiquitos con propiedad, decirles las cosas tal como se pronuncian, es una forma excepcional de educarlos. Lo lamentable es que algunos padres y madres peinen, vistan y maquillen a sus niñas como si fueran adultas.

Si de bailar se trata, esas niñas, que muchas veces no pasan de seis años, lucen más sexis y provocativas que una cantante urbana; pero eso no es lo más grave, lo más terrible del caso es ver a las madres gozándose el deprimente espectáculo. No entiendo esa actitud.

Sé que todas las madres no son iguales, que algunas tratan a toda costa de mantener la inocencia y la infancia de sus hijos, pero llegar al extremo de aupar esa conducta bochornosa y celebrar que una niña de seis años ya habla de enamorarse, se maquilla o baila como la más sexi bailarina erótica, deja mucho que desear y, más aún, cuestionamiento a sus padres.

Aunque parezca increíble, algunas madres comparten sus cosméticos con sus hijas, las cuales, muchas veces, aun cursan los primeros años de la escuela primaria. Y más increíble es aun saber que por razones de estética, las someten a cirugías, para corregirles algunas “imperfecciones”.

Toda persona que hoy es adulta o adulto mayor, en algún momento de su vida fue un bebé, un niño, un joven y así sucesivamente, y lo más probable es que haya vivido a plenitud cada una de esas etapas de su vida, sin mayores presiones, como debe ser, disfrutando cada espacio y cada cosa a su tiempo.

No es justo impedirles vivir la inocencia de la infancia. Es un crimen destruirles su mundo de ilusiones, de cuentos de hadas, de príncipes y princesas, sobre todo, si nosotros como adultos, sabemos que al crecer, más de una vez y por múltiples razones les romperán el corazón y destruirán sus ilusiones.

Entonces, ¿por qué no dejarlos ser felices? ¿por qué obligarlos a saltarse las etapas de su vida y no dejarlos saborear cada día, viviendo conforme a su edad?

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas