Cuando cae la lluvia generalmente tras un breve anuncio, parece como si estorbara nuestras rutinas, luciendo molesta e inoportuna. De pronto, el olor a tierra mojada, el cambio de temperatura, alivian las tensiones del día y la seducción a una siestecita, hacen que su espíritu renovador nos entregue el mejor licor divino, convenciéndonos que el cielo debe cumplir su deber. ¡La lluvia es bendición! Asimismo, cuando la palabra de Dios llega para corregirnos, sanarnos y levantarnos, luce fuerte, y hacemos resistencia; pero un corazón sediento de justicia, verdad y amor no sacará un paraguas.
Dios llega en el mejor momento y demanera perfecta a socorrerte.
¡Cuando salga nuevamente el arcoíris, su sonrisa de colores te dirá cuánto Él ama bendecirte! l