He sabido que Johnny Morales y el célebre Pepe Goico, dos de las figuras del entorno del presidente Hipólito Mejía (cada quien en lo suyo, obviamente) apenas se soportan entre sí. De las cercanías del candidato presidencial perredeísta me llega la información de que ambos han tenido ya más de una discusión acalorada, una de las últimas de las cuales por poca cosa llega a las vías de hecho. No me han dicho, empero, las razones de estas confrontaciones, pero debe ser algo así como incompatibilidad de caracteres.
Morales es empresario y cultivó buenas relaciones en el litoral reformista, por lo que se le ve con principalía en las tareas de conquista de figuras del mundo político colorao a la causa hipolitista.
En cambio, Pepe, aunque abogado de la tercera edad, tiene su hábitat –por motus propio- en los quehaceres de la seguridad de Hipólito, donde ha logrado celebridad perenne. De todas maneras, ellos son blancos y se entenderán…
Más problemas
Es cierto, pero muy cierto, como repetía Juan Bosch, que en política hay cosas que se ven y cosas que no se ven, y que a veces, las que se no se ven son talvez más importantes que las que se ven. Ahora resulta que hay unos perredeístas de los encumbrados en el alto mando de la campaña del presidente Mejía que están viendo con ojeriza a Luis Ynchausti y a Taína Gautreau, pese a que ambos exdirigentes peledeístas, en su momento, han sido excesivamente bien ponderados por el candidato, que inclusive, los ha exhibido como trofeos de guerra en tiempos de batallas campales. Tengo la información de que hay quienes han ido tan lejos con el chisme que en una reciente reunión cuyos temas principales de discusión tocaban la estrategia en el tramo final de la campaña, hubo un jorocón perredeísta que se levantó de su asiento dizque para ir al baño, pero en verdad se marchó y cuando salía del local se oyó clarito cuando le dijo a uno de los de su confianza “vamos saliendo rápido que no me siento bien con esas quintas columnas ahí”. ¿Y entonces…?
