La fanaticada de San Luis tiene razones para celebrar en la modalidad de “Semana Aniversario” su más reciente corona contra los Vigilantes de Texas.Es entendible que el festejo se extienda porque ese título número 11 de los Cardenales está repleto de magia, uno de los más grandes saltos de lo improbable en agosto y septiembre a lo real para finales de octubre.
Eso se llama vivir un sueño.
Por la otra parte, Albert Pujols se encamina indefectiblemente hacia la agencia libre, donde exigirá lo que entiende que vale y puede que San Luis no quiera pagar lo que vale.
Esa es una pesadilla.
Los Cardenales no son los Yankees de Nueva York, pero luego de ser campeones tendrán que enfrentar una dura decisión con relación a sus arcas o, de lo contrario, ver cómo se marcha el jugador que ha sido cuerpo y alma de la organización en los últimos 11 años.
En la Era Pujols (2001-11), los Pájaros Rojos tienen tres visitas a la Serie Mundial, empatados con los Yankees para la mayor cantidad del negocio.
Tienen dos coronas, igualados con los Medias Rojas (2004-07) en ese sentido.
Fuera de los grandes números que tiene, el hecho de que sea un ganador vale tanto o más que cualquier aspecto en la mesa de negociaciones.
Además, se ha manejado fuera del terreno con la altura de un jefe de Estado y camina con pasos correctos como el más disciplinado de los oficiales de un ejército.
Eso vale dinero y mucho.
No voy a caer en el terreno de los 250, 275 millones de dólares, porque a sus 32 años le será difícil conseguir ese dineral, pero estoy seguro de que sus bonos se elevaron por encima de los 225 millones de dólares.
Albert sumó más puntos a su dossier con la nueva conquista del campeonato. Su fuerza para llevar fanáticos al estadio, generar ingresos por taquilla y venta de productos, se incrementó.
Si se queda en San Luis, el sueño se extenderá. Si se va, la pesadilla dolerá en todo Missouri.
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