Taína, el clavito…

No hay cosa más incómoda que, en medio de una acelerada y eufórica caminata, sentir de pronto un clavito en el zapato. Hasta se…

No hay cosa más incómoda que, en medio de una acelerada y eufórica caminata, sentir de pronto un clavito en el zapato. Hasta se te borra la sonrisa. Sobre todo si el zapato te aprisiona demasiado el pie y tiene un nudo imposible de desamarrar. Pero que, además, si lograras quitártelo, no llegarías ni a la esquina porque el camino está lleno de espinas. ¡Tremenda vaina en momento inoportuno! (El del zapato es Leonel. El clavito es Taína).

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