Taiwán apuesta al turismo cultural-religioso

La cultura, normas y tradiciones de una nación se establecen debido a la influencia de múltiples factores, que con el pasar del tiempo se van asentando, trasformando o adaptándose a la época.

La cultura, normas y tradiciones de una nación se establecen debido a la influencia de múltiples factores, que con el pasar del tiempo se van asentando, trasformando o adaptándose a la época. De manera especial, las creencias mágico-religiosas son las manifestaciones que más influyen en el proceso de identidad cultural de un pueblo. Un ejemplo lo es Taiwán, República Popular de China, donde la espiritualidad de su gente se plasma en todos los aspectos de su vida.

Para llegar a Taiwán, saliendo de la República Dominicana, es necesario un viaje de casi 24 horas. Esto, de sólo pensarlo, puede provocar en el viajante cansancio, estrés, incomodidad y miedo, principalmente para los que sufren de claustrofobia y/o acrofobia. Sin embargo, al llegar al destino todo cambia.
Taipéi, su capital, es una ciudad donde se funde lo moderno con lo tradicional de una manera impresionante.

Saliendo del aeropuerto, un ambiente campestre se abre paso hacia la gran ciudad, la cual ha crecido entre majestuosos santuarios que rinden honor a sus dioses, esos a los que los taiwaneses acuden en momentos de dificultad, sea familiar, profesional, de salud o económica, a través de respetuosos rituales cargados de dramatismo, pasión y focalización de parte de sus creyentes.

Dichos rituales son parte de su folclor, que sin importar el estatus de la persona en la sociedad taiwanesa es practicado abiertamente, ya sea taoísta, budista, mormón o cristiano, pues el respeto es parte de sus costumbres.

Un pueblo creyente

Se estima que Taiwán cuenta con más de 21 millones de habitantes procedentes básicamente de dos etnias: los han (97%) y los gaoshan (2%); y según estadísticas oficiales, existe alrededor de 27 creencias religiosas activas registradas. Sin embargo, el taoísmo, el budismo y el confusionismo son las más populares; aunque en los últimos años los creyentes cristianos han ido en aumento.

Y es allí, cuando cualquier turista interesado en el mundo espiritual taiwanés, necesita de un local, porque las preguntas sobre los ritos, normas y mitos de sus manifestaciones abruman al occidental, que por no faltar el respeto se mantiene quieto, observando cada detalle que engalana el templo visitado.
El olor y el humo del incienso, las ofrendas, las estatuas de los dioses, los monjes y la gente que acude a buscar su “bendición” se da de manera natural, fluye sin importar la presencia de inoportunos turistas que buscan grabar o fotografiar cada fragmento del momento.

Por ejemplo, uno de los templos más visitados es el Longshan, un santuario construido en 1730, en el que devotos taoístas y budistas acuden todos los días a adorar y dejar sus ofrendas. Este lugar tiene la particularidad de que está rodeado de modernos edificios y oficinas, y da la impresión de que la “selva de cemento” lo arropa. Sin embargo, es un pequeño remanso de paz entre el ruido que puede ocasionar una ciudad moderna.

A primera vista llama la atención su arquitectura con techos a dos aguas y los tradicionales dragones, que en conjunto con los colores amarillo, azul, rojo, naranja y blanco crean un espacio vistoso, pero que transmite tranquilidad a pesar de la multitud que allí acude, ya sea para rezar o para observar.

Otro templo, el cual destaca tanto por su majestuosa arquitectura como por la paz que lo envuelve, es el templo Sanqinq de la ciudad de Yilan (también conocida como “El campo de lluvia”), al noroeste de la isla. Allí, quienes desconocen los ritos y costumbres de los lugareños se mantienen al margen, pues lo sublime del lugar llama a la meditación, a la paz y al respeto.

Y es que es de esperarse que el entorno transmita eso, ya que la base del taoísmo se basa en tres fuerzas: una pasiva, otra activa, las cuales se se oponen y complementan entre sí, es decir que son interdependientes de manera absoluta y funcionan como una unidad; lo que viene siendo el yin (fuerza pasiva, sutil, es la femineidad, húmeda…) y la segunda es el yang (fuerza activa, la masculinidad); y la tercera fuerza es la conciliadora, que solo es posible entender en medio de todo aquello.

Tradición
El pueblo taiwanés se caracteriza por mantener vivas las costumbres que lo identifica.

Diversidad
La mayoría de los templos son taoístas, budistas o de práctica del confucionismo, estos últimos son menos ornamentados.

Dato
Se estima que Taiwán cuenta con alrededor de 5,000 templos, los cuales son espacios para el culto y de mucho respeto.

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