¿Tendremos tiempo de salvar nuestros bosques?

Frecuentemente vemos troncos de arboles dominicanos de diferentes diámetros transitando por la autopista Duarte. Dadas nuestras evidentes debilidades institucionales, cabe preguntarse si toda esta tala esta autorizada y debidamente controlada. No…

Frecuentemente vemos troncos de arboles dominicanos de diferentes diámetros transitando por la autopista Duarte. Dadas nuestras evidentes debilidades institucionales, cabe preguntarse si toda esta tala esta autorizada y debidamente controlada. No obstante, este es solamente un aspecto de un ataque mucho más amplio y destructivo al bosque dominicano, lo que constituye un grave problema medioambiental y de supervivencia para el pueblo dominicano.

De acuerdo a un estudio de las Naciones Unidas, publicado en junio del 2013, las zonas boscosas de Haití escasamente cubren un 4 % de la superficie del país, lo que consecuentemente ha aumentado “la inseguridad alimentaria, la pobreza rural, las epidemias y la vulnerabilidad a las inundaciones”. Y lo que es más grave, en opinión de algunos expertos, el daño medioambiental resulta irreversible.

De acuerdo al mismo estudio, casi 8 millones de haitianos, alrededor del 77 % de la población, utilizan el carbón vegetal para cocer sus alimentos. Asimismo, de acuerdo a la encuesta ENI 2012, el 60 % de los inmigrantes haitianos que habitan en nuestras zonas rurales usan la energía vegetal para cocinar. Entonces, cabe preguntarse, ¿de donde sale el carbón para que 8 millones de personas cocinen diariamente sus alimentos?

Las Naciones Unidas han estimado que 50,000 toneladas de carbón son trasegadas cada año al país vecino. Un tráfico controlado por mafias, de haitianos y dominicanos, muy proclives a utilizar la violencia para defender su negocio. El periodista Rudy Germán Pérez escribió un valiente artículo en El Nacional, en junio del 2013, donde afirma que más de 60,000 personas se dedican a la tala y quema de nuestros bosques. Una cantidad que debe ser puesta en perspectiva, ante la necesidad de alimentar con carbón a 8 millones de personas, cada día.

La USAID firmó en el 2012 un acuerdo con Chemonics International para introducir el uso del GLP, como combustible de cocina en Haití, para proteger “los bosques de la isla” de la deforestación. Tres años después, Chemonics ha reportado que se están utilizando 70,000 estufas de GLP en Puerto Príncipe. Pero, si ha tomado tres años introducir 70,000 estufas, ¿cuantas décadas tomará instalar las cientos de miles de estufas necesarias para salvar a los bosques dominicanos de la muerte? Los cambios culturales toman tiempo, y en una sociedad como la haitiana, cualquier pequeño avance es casi un acto de heroicidad.

En consecuencia, debemos proponer soluciones inmediatas, como reemplazar el carbón vegetal dominicano con carbón mineral de los EU, pues nuestros bosques no soportarán el tiempo requerido para los necesarios cambios culturales. Y no menos urgente, cerrar nuestra frontera con una valla, pues las N.U. señalan que además de la degradación ambiental y la violencia de las mafias, la población dominicana está siendo empujada de la zona fronteriza, todo lo que configura un cuadro de potenciales conflictos violentos.

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